Se atreven a seguir mis locos desmadres...

domingo, 16 de mayo de 2010

“Esas palabras feas” (DeMadre V)

Todavía no entiendo eso de las “malas palabras”. Mi idolatrada María Moliner alegadamente le vedó la entrada a su diccionario. Yo, honestamente no las he ido a buscar allí porque no se me han perdido.

Mi abuela se “zafaba” y decía que las palabras que algunas personas rechazan eran “fuercitas” que había que hacer al hablar. Todos le creíamos a la matrona de 14 hijos, 3 “arrima’os”, y decenas de nietos. Especialmente cuando se fumaba aquellos cigarros negros.

Al llegarme el tiempo de criar, decidimos que los niños tenían que saber cuándo hacer las fuercitas lingüísticas y cuando no. A mí –por pasar más tiempo con los muchachos- me tocaron las clases de idiomas. Difícil faena y tremenda responsabilidad la de enseñarles la misma cosa en el lenguaje correcto, el informal y el cochino. Nunca les dije que las palabras fueran malas ni feas.

Sin proponérmelo tuve ayuda de otros profesores. Mala cosa es criar un hijo en la redacción de un periódico, aprenden lo que deben saber “ya”, y lo que “todavía”.

Así fue que una tarde de pocas noticias mi hijo fue a parar a la oficina del editor. El barbudo (todos los editores son barbudos), conocía mi filosofía educativa y le dijo al enano de 5 años que le enseñaría la cosa más terrible que se le puede decir a una persona cuando estuviera furioso: “Hijo de la Gran Puta”.

Mi hijo se lo grabó, pero estoy segura que no le explicaron el asunto de quien va primero en el árbol genealógico.

Semanas después, una vecina me contó que mi hijo favorito (de los mayores), tuvo que defender a su hermanito, (mi hijo favorito, de los menores) de poco más de un año de edad. La victimaria era una niña de 3 a 4 años. La nena le tiró arena en la cara al hermanito menor de mi hijo. El muchachote recordó la enseñanza del editor y se despachó a todo pulmón lo que entendió que era lo justo: “¡Madre de la Puta Grande!”

Todavía es muy temprano para saber si en efecto el grito de rabia de mi hijo mayor fue una premonición porque la nena está en plena adolescencia y no ha tenido a la hija.

Lo que sí aseguro es que con esto de los niños y las “malas palabras” hay que tener mucho cuidado, y asegurarse que las aprendan bien. A decir verdad, ellos sabrán cómo y donde decirlas. El problema puede estar en la sintaxis. Además... y más importante aún, ni las madres, ni las hijas tenemos la culpa de la conducta de otros. A Cualquiera le puede suceder.

(Foto de la web, ya no queda nada de aquél parque)

No hay comentarios: