Se atreven a seguir mis locos desmadres...

lunes, 17 de mayo de 2010

“Siempre te querré” (DeMadre XII)**

Antes de tener niños, cuando ni siquiera pensaba en mocosos propios, guardaba una cajita con libros y juguetes apropiados para los nenes de mis amigos. Así, cuando me visitaban al minúsculo apartamento de playa que compartía con una amiga, tenía con qué entretener a los niños ajenos.


Me tardé tanto en tener los propios, que cuando los necesité, ya libros y juguetes estaban tan "usados", que parecían de Matusalén cuando niño.


Mucho después, nacieron mis hijos. Cuando el mayor tenía 5 años y el menor uno, conseguí un libro que les leía -oportunamente- cuando se molestaban conmigo. ¿Mami-puladora? Evalúe usted... Después, cuando el mayor estaba en secundaria y el chiquito en intermedia, compré 4 libritos de la edición de 2004: uno para cada chico, otro nuevecito para mí, y la que será para los futuros nietos de mi esposo.


Se trata de Siempre te querré”, de Robert Munsch, con ilustraciones de Sheila McGraw, de la editoral Firefly Books (1986). Es una “épica” al amor maternal e incondicional, en el que a pesar de las “incomodidades” y travesuras particulares de cada etapa del desarrollo de su hijo, la mamá siempre le cantaba:


“Para siempre te amaré,

Para siempre te querré,

Mientras en mí haya vida,

Siempre serás mi bebé.”


Los dibujos son escenas de: la madre arrullando al bebé; la de un infante haciendo "fiesta" en el baño, donde riega el papel sanitario, la pasta de dientes, perlitas de olor; un preadolescente regón que entra a la casa con los zapatos sucios, haciendo bombas con chicle, regando refresco, desgarbado, y con el equivalente de una iPod de hoy; luego el de un joven que desordena la casa mientras utiliza una lámpara para simular el micrófono y “canta” a lo Elvis Presley. Tras cada una de esas escenas, aparece otra en la que la mamá va envejeciendo, pero siempre –en las noches- gatea hasta la cama de su “siempre bebé” para acurrucarlo y cantarle la misma canción.


Cuando el joven se convierte en hombre y se muda de la casa, la mamá guia su auto hasta la casa del muchacho para subir a la habitación y arrullar a su hijo. Ya no gatea. Se vale de una escalera que había llevado amarrada sobre el auto. Una mañana, la mamá llama al hijo y le pide que vaya a verla. Ella trata de cantarle la canción, pero cansada, vieja y enferma, no pudo terminar. El hijo la levanta y la arrulla y le canta:


“Para siempre te amaré,

Para siempre te querré,

Mientras en mí haya vida,

Siempre serás mi mamá.”


Al regresar a su casa, tomo en brazos a su bebita dormida... y ya saben... la arrulló y le cantó.


Yo estoy en la etapa de cantarle y arrullar a dos jóvenes adultos. Los estragos de Intruso no me permiten gatear hasta llegar a sus camas; pero no hace diferencia. Ellos buscan la forma de que yo los arrulle y les repita que siempre los querré. Y como estamos en transición, ellos también me cargan y me arrullan; y me repiten y me repiten, “siempre te querré”.


Publicado originalmente y exclusivamente en Conviviendo con Intruso el pasado 7 de mayo.


** “Siempre te querré” es parte de la serie “DeMadre”, que hoy se queda acá.

(Ilustración, de la Web)

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