Se atreven a seguir mis locos desmadres...

lunes, 17 de mayo de 2010

Mis bebés me arropan (DeMadre IX)*

No me avergüenza decir que fui cantante de canciones de cuna, nanas, Lullaby... o como quiera que se llame. Me las sabía todas; al derecho y al revés. Se las cantaba a mis hijos desde que crecían en mi “casita de la barriga”. Antes de lactar, lactando, después de lactar; antes de dormirlos, y mientras los dormía. Aún después de dormidos me quedaba con ellos en la cuna y no dejaba de cantarles.


A mi Hijo Favorito de los Mayores, le gustaban más los cuentos que las canciones. Quizás el problema era la cantante, no la canción, pero de todas formas, su ritual del sueño siempre comenzaba cantado. Luego, un cuento breve leído, seguido de uno inventado. No demoraba el Ángel de la Guarda -versión original- un masajito en las sienes, un besito en la frente y a abrigarlo.

Por el contrario, mi Hijo Favorito de los Menores se resistía a la idea de dormir. No se le podía anticipar que había llegado la hora del sueño. “Acompáñame. Tú me duermes a mí”, era la línea infalible de mi libreto. A él le gustaban más los cuentos que las canciones, pero disimulaba y me pedía “otra”. Ahora, pensándolo bien, no sé si era otra canción u otra cantante.


De todas formas, allá iba yo, y desentendida, continuaba el pequeño concierto. Para entonces, el Mayor se había ido huyendo a su cuarto. Leerle cuentos al menor no era tan fácil. Aunque me pesaran los párpados, me tenía que ceñir al texto porque se lo aprendía de memoria y no permitía cambios.


Eso sí; la oración podía ser casi infinita... En vez del “amén”, el “Ángel de la Guarda”, se extendía a: “y cuida también a Pápa, y cuida también a Máma, y cuida también a Coco (Francisco), y cuida también a abuelo Polo, y cuida también a abuela Elena… a abuelo Miguel, a abuela Isabel; a tití Maritza, a tío Orlando, a mi prima Itza, a mi prima Melissa, a mi primo Luis Miguel; a tití Marinés, a tío Ignacio, a mi prima Coralis, a Natalia; a tío José... y después de otros 3 tíos maternos, 2 tías paternas, 9 primos, las maestras, la abuela postiza que lo cuidaba después de clases.


Tras añadir a las peticiones de protección angelical a todos los gatos y perros, caballos, vacas y becerros de cada una de las familias, nos dormíamos los dos. Él, acaparando su territorio, y yo en un borde de la cama, tolerando patadas. En un periodo de tiempo prudente, mi esposo me despertaba para guiar mis torpes pasos hasta nuestra habitación.


Los años modificaron muchos rituales, pero los besitos de buenas noches y esa última ronda para abrigar a mis pichoncitos duró hasta que el mayor cumplió 12 años y el más pequeño 8. Entonces, Intruso se encargó de entorpecer mi ruta hacia las habitaciones de mis hijos. Desde entonces ellos -sabios y amorosos- recorren la ruta a mi cama, y desde entonces, me arrullan a mí. El mayor asegura que no recuerda “eso de las canciones”. Creo que es amnesia parcial selectiva, Alzheimer Prematuro... o no se quiere escuchar el vozarrón de locutor. Me ayuda a subir a la cama, acomoda Mi República Independiente Izquierdista, y se sienta un ratito conmigo. En vez de cuentos, hablamos “de cosas” de su día. De lo que se quedó en el tintero cuando llegó a casa de la uni, o del gym. Me besa y me acurruca. Me dice que soy bella; me acomoda las almohadas y me lleva al cielo.


El menor, también me acurruca y hablamos “de cosas” del día. Y tal y como yo hacía con él, se acuesta al borde de la cama, hasta que nos quedamos dormidos los dos. En un periodo de tiempo prudente, mi esposo lo despierta para guiar sus torpes pasos hasta su habitación.


Por eso puedo decir que mis bebés me arropan. Ellos también han aprendido a vivir, a conVivir y a vencer a Intruso; cosa que no le sucede a Cualquiera.


* Post de la serie "DeMadre", que publica periódicamente en ésta casita. Durante el mes de mayo -cuando distintos países celebran la maternidad- "DeMadre" será más frecuente, pero por razones obvias, hoy se replica en Conviviendo con Intruso, nuestra casita hermana.


Publicado originalmente el 3 de mayo de 2010 en A Cualquiera le sucede.


(Foto x Cass, del álbum familiar, circa 1985)


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