Se atreven a seguir mis locos desmadres...

domingo, 9 de septiembre de 2012

¡Alabada sea la tecnología!


"¡Alabada sea la tecnología... porque sin ella no podríamos disfrutar de este tipo de maravilla floral. ¡Espero que les guste!”  Así leía un mensaje de correo electrónico que me envío una amada amiga desde Filadelfia.
Temí que fuera una de esas cadenas de mensajes amenazantes que te advierten que la parte un rayo en caso de que no lo reenvíes… ¡y decidí ponerme a riesgo! Entonces encontré un regalo que he decidido compartir a manos llenas. Inicialmente hice lo mismo que mi amiga, y lo reenvié a mis “especiales”. Pero al momento sentí que me arropaba una nube de egoísmo y mezquindad. Lo colgué en féisbuc y le dí un tuit.

Tiene razón mi amiga al alabar la tecnología: el multimedia que comparto acelera el hermoso y suave proceso de los pétalos en proceso de florecer. ¿No es así como crecen nuestros hijos? ¿Como nos desarrollamos, sanamos y perdonamos?

No por vagancia y sí por regalar a todos los amigos fieles, a los no tan fieles; a los amigos de hace 3 años, a los nuevos, y los que llegarán: ¡Buen Domingo! ¡Buena Semana! ¡Buen Siempre!

domingo, 26 de agosto de 2012

Dulce destrucción


Mi Hijo Favorito de los Mayores me “sorprendió” esta semana con Billy Holiday. Inicialmente pensé que quiso impresionarme con una pieza musical más antigua que yo. 

La verdad es que la acababa de descubrir como música de fondo de Fallout 3, un juego de tanto horror apocalíptico que me niego a detallarlo. Los hechos son los siguientes:


Me puso los audífonos de su i-Phone con “Crazy He Calls Me”. Mis locas neuronas hallaron inmediatamente voz, música y letra en el disco duro de mi memoria. Se me hizo un reguero con la serotonina de la felicidad cuando me confesó que le gustaba la Holiday y la música de la época.

Cuando le dije que teníamos CD’s de blues clásicos -en caso de que quisiera pasarlos a la i-Pod, al i-Phone o al “ay”-Que Fuera-  me miró con ojos de “¿qué-te-pasa,-Máma?” Acto seguido, me disparó: “Los bajé de i-Tunes (de la i-Store). No son pirateados, aunque ya se les debe haber vencido el copyright”.

Sus ojos de mirada acaramelada me hicieron olvidar que es un abogado de 27 años que domina el tema de las patentes. Ví un muchachón travieso que todavía se distrae frente a la PC y  se las arregló para hacer reír a su mamá… que conocía los blues, pero que nunca pensó en el sacrilegio de usar esa música en un juego electrónico que describe la destrucción de Washington.

Hace semanas que no me provocaban las Canciones de Domingo. La Holiday, me provoca siempre… pero cuando veo a mi muchacho bailando blues con los ojos cerrados… ¡me seduce aún más! 


domingo, 29 de julio de 2012

Alados


Ya Mi Hijo Favorito de los Menores vuela solito en la jungla de Nueva York. Trabaja. Tuvo la bendición de que le ofrecieran trabajo antes de graduarse. Me ha dicho mil veces, que no lo vamos a ver en Navidades porque no va a tener vacaciones. ¡Voló! Estamos orgullosos de ese plumaje fuerte y hermoso.

Mi Hijo Favorito de los Mayores también vuela solito aunque su centro de operaciones todavía está con nosotros. También tuvo la bendición de un trabajo seguro antes que muchos de sus compañeros de clases. Lo emplearon antes de revalidar y de graduarse de una universidad cerrada por una huelga. Ya está hablando de compromiso y planificando casamiento. Para efectos prácticos, ya vuela. Estamos orgullosos de ese plumaje fuerte y hermoso.

lunes, 7 de mayo de 2012

“Nova 1972” (lll)

El flamante Chevrolet auto azul pavo, nunca tuvo “flamas”. Jamás de los jamases pinturas como las de los carritos Hot Wheels de Mattel. Creo que tenía unas rayitas pintadas a los lados; de esas que le dan “aire” deportivo para que las chicas se fijen en el conductor. Debieron ser blancas para combinar con la capota. O, ¿habrán sido negras para combinar con las gomas? No creo. De lo que sí estoy segura es que no fueron amarillas… como la vimos una mañana de domingo. ¿Cómo pasó?
Voy por partes. Pero antes que todo, admito que mientras más millas acumulara en la carretera Mi Hijo Favorito de los Mayores, más tranquila me sentía yo. Me costó mucho superar la intranquilidad de “la hora de llegada” por las madrugadas, pero ese es otra historia no relacionada al Nova 1972… 
Descubrimos la franja amarilla una mañana de domingo cuando hice que mi esposo se levantara tan pronto asomaran los primeros rayos de sol. Su misión era mirar por la ventana para confirmar que el conductor había llegado sano y salvo. Se suponía al llegar a casa, los jovencitos tocaran la puerta de nuestra habitación, y entraran a darnos el besito de buenas noches, aunque fuera casi de día. Esa mañana, el chofer no nos saludó y al despertar –como era de imaginar- yo trepaba paredes. 
Cuando mi esposo miró por la ventana, se dio cuenta que el carro tenía un guayazo amarillo que empezaba por la puerta y se extendía ¾ del vehículo. Decírmelo tuvo efectos melodramáticos. No decirlo hubiera sido peor. A insistencias mías, el padre de las criaturas se vio obligado a verificar las condiciones físicas del conductor y corrió a la habitación: ¿Chocaste? ¿Te chocaron? ¿Te chocaron mientras el carro estaba estacionado? Todas las contestaciones eran en la negativa, en la negativa soñolienta. Hasta que llegó ante el Gran Jurado, que soy yo. 
“Mi amor, mírame a los ojos. ¿Te pegaste demasiado a una pared amarilla, o a un cilindro amarillo, te asustaste, le diste reversa, y volviste a darle al mismo obstáculo que solito, sin que nadie te avisara... se te puso al frente del carro?” La respuesta –finalmente- fue en positivo. Mi esposo no lo podía creer. ¡Tan fácil que es encontrar las respuestas! “¿Dónde fue mi amorcito? ¿No te heriste? ¿Nadie se afectó?” El misterio se resolvió en cuestión de segundos: estaba cansado, hambriento y medio dormido después de una noche de juerga. Camino a casa, se detuvo en un Dunkin Donuts con el propósito de hacer la orden por la ventanilla y “rozó” el poste de seguridad ubicado estratégicamente para evitar que conductores soñolientos, cansados, hambrientos y amanecidos, destrocen la pizarra del menú y de los pedidos.
Demás está decir que tan pronto tuve la oportunidad, pasé por el cilindro de cemento. No por dudar del testimonio del nuevo conductor… ¡quería ver cuánto duraba la pintura azul! Tras la graduación de escuela superior, el bachillerato de universidad y la Escuela de Derecho, confirmo: ya la pintura azul del Nova 1972 no forma parte de la decoración. ¿La Canción de Domingo en Lunes? Se la cantaba el hermano menor -un salsero de siete suelas- cada vez que lo quería molestar con ritmo… ¡y a mí con la letra machista!

domingo, 25 de marzo de 2012

“Nova 1972” (II)


¿Quedó claro que el “Nova 1972” era un Chevrolet azul pavo con capota blanca? Lo digo para quedar en record y que no se le confunda con el hermano menor de una Súper Nova.
Estóica hasta el final del curso, la nave sufrió las travesuras de los compañeros de clase de Mi Hijo Favorito de los Mayores. En una ocasión, los amigos de las risas le despegaron los “espares” (spark plugs) y el carro daba halones. Tampoco corría a la velocidad acostumbrada. El recién estrenado conductor de aguas dulces, no pensó en llamar al padre o al gruero, y siguió hasta casa. Se le había dicho, que nunca corriera el carro si descubría un ruidito, un fallo, o lo que le pareciera "diferente", ya que podía ser un aviso de un problema mecánico serio y peligroso.
El fiel amigo de la familia aguantó el trayecto (y las cuestas) como mejor pudo. No recuerdo bien, pero creo que el padre de la criatura descubrió el desperfecto. En otra ocasión, los muchachos le pusieron piedritas en los tapabocinas de las gomas y el carro sonaba como una maraca. Nuevamente, el inexperto conductor no pudo identificar el sonido, y aunque asustado, llegó a casa. Todavía hoy no paramos de reírnos.
Seleccioné a las Bond como Canción de Domingo porque para esa época lo tenían loco… más loco que el carro.

domingo, 19 de febrero de 2012

“Nova 1972” (I)

El primer vehículo que condujo Mi Hijo Favorito de los Mayores, fue un Nova de 1972. Era azul pavo con capota blanca y muy sexy en sus buenos tiempos. Fue el regalo que recibió mi esposo al graduarse de Escuela Superior. No es que su familia fuera rica… así que me imagino que fue un gran sacrificio para el bolsillo de sus padres. Yo siempre he pensado que es una barrabasada regalarle un carro nuevo a un hijo. Pero eso es tema para otro día.

Después de ser testigo mudo de jodederas universitarias, la nave azul estuvo estacionada en la casa de los padres de mi esposo por más de 20 años, hasta que nuestro primogénito sacó su licencia de conductor. Nunca supe si el auto salió de su garaje original cuando los abuelos se dieron cuenta que esta chatita no le regalaría un carro a un muchachito de 16 años… o, si el regalo era la excusa perfecta para salir de un "dinosaurio quema pozos de petróleo". El hecho es que cuando Mi Hijo Favorito de los Mayores llegó al colegio conduciendo aquél maquinón de lata vieja, ni él mismo se lo creía. Los hijos de los riquitillos del colegio jesuita usaban carros deportivos nuevos, o los BMW heredados de sus madres (quienes a su vez los sustituyeron por modelos más modernos); ¡y le hicieron una rueda para “admirar” el adefesio que apenas tenía radio y cassette player!

¡No podían creer que el chico condujera un modelo desaparecido hasta del recuerdo de sus padres! De hecho, los padres también giraban la cabeza admirando el milagro de que semejante pieza de museo maltrecho todavía rodara las vías públicas sin despedazarse. No sabían que se logró con un buen cambio de aceites y otros fluidos, la revisión de frenos y otras piezas imprescindibles para la seguridad de mis muchachos. Invertimos también en el tapizado y las 4 gomas; no faltaba más. De enterrársele un resorte en las nalgas… ¡se le hubiera roto el pantalón del uniforme!

La gran ventaja era que mi esposo no tendría que levantarse temprano para llevarlos a la escuela. Y que ellos tendrían un cierto nivel de “independencia” a los 17 y 12 años… aunque estuvieran “atados” a escuchar el único cassete que había sobrevivido la era de los CD’s y las i-Pods. De todas las piezas, hoy rememoran la que menos le gustaba, pero de tanto escucharla, la cantan de memoria recordando cuentos que no han compartido con nosotros. Por eso “Celos” es hoy la Canción de Domingo... aunque no nos guste... yo ya la tarareo...


lunes, 30 de enero de 2012

"Las cosas, se hacen bien...

... o no se hacen."
Eso le he dicho a mis hijos siempre. Y ahora, no puedo creer que lleve horas sin lograr corregir la tipografía de las 3 entradas que subí hoy.
Para confirmar si es problema de Mr. Blogger, o de Doña Cassiopeia... hago una prueba con estas líneas.

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Vacaciones con Mad Men

Se acabaron las Navidades, los Reyes, las Octavitas, los Octavones y el desmadre de las Fiestas de La Calle San Sebastián, en el Viejo San Juan. También terminó el receso académico de Mi Hijo Favorito de los Menores. El chico dejó atrás el frío y llegó a casa a buscar el calentito hogareño, y a ayudar en las engorrosas tareas de guardar los adornos navideños y desarmar el belén.
Nos había anticipado que esas serían sus últimas vacaciones de más de un mes en casa. Y le creímos porque se gradúa en mayo próximo y ya empieza a trabajar en julio. El descarado, se aprovechó de la ternura acumulada de sus padres, y no recogía el cuarto. Con lo que no contaba fue que su único hermano no toleraría el desmadre que dejaba en el baño ni los escandalosos conciertos de salsa en la estación digital de Pandora. Al parecer, tampoco contaba con que esta chatita le recordara que tenía que “reportarse con megadosis de besos” a la hora que llegara de las juergas. Tampoco le permití –bajo ningún concepto- practicar trompeta dentro de la casa. Bueno… eso ni se le hubiera ocurrido. Sólo practicó con la boquilla, para confirmar lo que le habíamos dicho, dicho: que no dejara de practicar, que lo haría bien porque hay cosas que no e olvidan.
A pesar de que las viejas reglas continúan, el chico se dio muchos lujitos: tuvo a su disposición el viejo Jeep que estuvo a punto de venderse para piezas; hizo deportes extremos en distintos puntos geográficos; tomó un curso intensivo de salsa a nivel intermedio; y acceso a una matrícula económica en el gym que visita su hermano.
¿Lo más sabroso? No perdió la costumbre de sentarse a mis pies para ver “maratones” de películas y series de televisión mientras yo le daba masajes “de mami” en la cabeza y la espalda. “Mad Men” fue una. Era su favorita y la vimos completa en menos de una semana. Así, por razones obvias, me tomé unas vacaciones bloggeras. Hoy regreso a la realidad con los recuerdos musicales de Mad Men (nótese que no incluye trompetas... creo).