Se atreven a seguir mis locos desmadres...

viernes, 25 de junio de 2010

“Todo bien?” “Estas bien?”

“Todo bien?” “Estas bien?” Cualquiera de las preguntas con esas únicas dos palabras -sin acentos y con ese único signo de interrogación al final- es lo único que le texteo a mis únicos dos hijos favoritos de mi única alma cuando dan las 4:00 de la madrugada y no sé de ellos. En esos momentos, mientras el único padre de las criaturas ronca (yo también ronco… a veces), mi único corazón casi revienta de la ansiedad.

Es que hijos pequeños… problemas pequeños; hijos grandes… grandes preocupaciones. Y hablando en blanco y negro, ya sabemos a lo que me refiero.

No me imagino cómo hubiera sido mi vida antes de la época de los celulares y de la posibilidad de dormir con uno de esos aparatitos en la mesita de noche. No me imagino sin poderles preguntar si están bien en las horas en las que transitan por las carreteras borrachos y locos; al igual que “medio dormidos” que conducen hacia –o desde- sus trabajos.

“Sip”. “Todo bien”. “Voy de camino”. “: )”

Cualquiera de las contestaciones me tranquiliza… ¡un poco! Hasta que no escucho el motor del carro apagarse, el chillido de la puerta que nunca se aceitará y el cantazo que le dan para cerrarla; no me baja el nivel de estrés. Después tengo que escuchar el chirrido de la señal que avisa que alguien abrió la puerta de la casa. Entonces, espero un poco. Tengo que escuchar los pasos que marcan los escalones de madera; que se abra la puerta de mi habitación y que me regalen el beso que me merezco. Siempre me dan más de uno, y me aprietan sin temor a que yo distinga la cerveza, ron o whiskey en su aliento.
Yo me incorporo y le pregunto “ ¿Cómo te fue? ¿Cómo lo pasaste? Ellos me contestan en cortito y yo les advierto: “Ok, mi amor. Esos son los titulares. Me das el cuerpo de la noticia mañana” .
Bordean la cama, besan a su padre. Y regresan, me besan y me aprietan. Entonces, ya sí descanso. Entonces, ya estoy segura de que todo está bien.

(Foto, de la Web. A esas horas estoy dormida)

2 comentarios:

Daia Galeano dijo...

Una madre nunca deja de preocuparse por sus hijos cuando están fuera. Tienes mucho en común con mi mamá... Me alegro que todo esté bien...un abrazo cobertor mi querida Cassiopeia... te dejo mi sonrisa :)

Cassiopeia dijo...

Cuando te toque... hablamos... jajaja.
Por ahora, contesta los texteos de tu madre!!!
Soy su aliada.
Besos.