Se atreven a seguir mis locos desmadres...

lunes, 17 de mayo de 2010

Bdócoliz (DeMadre XI)

Una de las preguntas inocuas que preguntan a los músicos en esas entrevistas a estrellas estrelladas es: “¿Cuál es tu sonido favorito?”

-“El arpegio en guitarra clásica”

-“El sonido del mar”

-“El sonido de la lluvia al caer en un techo de zinc”

-“El del sexy saxo”

-“El de mi hijos cuando dicen “mamá” por primera vez”

¡Zas! Ese es el ganador en términos de popularidad. ¿Y los niños que dicen papá antes de mamá? Nadie los menciona.

En casa ambos enanos reclamaron a “Mmmmma-mmmmá” antes que a su padre. De hecho, en el caso de mi Hijo Favorito de los Mayores... ¡antes de decir “pa-pá”, dijo “bdó-co-diz”.

¿Se imaginan? Tremenda crisis familiar. ¡Dijo “brócoli” antes que “papá”! Al padre de la criatura le dio un soponcio, y me culpó de darle cursos lingüísticos intensivos cada vez que lo lactaba.

-¡No faltaría más! Láctalo tú, a ver si no se te quiebra la espalda y te entretienes diciéndole “paaa-paaaa’”, le dije con arrogancia y obvio sentido de superioridad.

-No, si es que esa palabra es más fácil de pronunciar...”, dijo muy molesto, para conformarse.

¿Será cierto? ¿Será que a Cualquiera le sucede?

Para corroborarlo, vamos a repasar como se dice “mamá” en otros idiomas, a ver si mi esposo tiene razón; me imagino que la mayoría de madres del mundo reclaman que se las nombren antes que al donante de las espermatozoides, o que un vegetal verde... A ver qué tan fácil es:

1. Francés: Mere

2. Alemán: Mutter

3. Bengalí: Maa

4. Hindú: Maa-ji

5. Urdu: Ammee

6. Ingles: Mom, Mummy, Mother

7. Italiano: Madre

8. Portugués: Mãe

9. Albanés: Mëmë; Nënë; Burim; Kryemurgeshë

10. Bielorruso: Matka

11. Cebuano: Inahan; Nanay

12. Serbio: Majka

13. Checo: Abatyse

14. Neerlandés: Moeder; Moer

15. Estonio: Ema

16. Frisian: Emo, Emä, Kantaäiti, Äiti

17. Griego: Màna

18. Hawaiano: Anya, Fu

19. Ilongo: Iloy; Nanay; Nay

20. Indonesio: Induk, Ibu, Biang, Nyokap

21. Español: Mamá, Mami, Mamita, Mima

22. En casa: Má, Máma, Mamá, Mami Bella, Preciosa. Mi Amor, Princesa, Prínchipeeeecha, Enana, Nana, Vieja, Chulita

Fuente para las primeras 21:

http://myspace.wihe.net/madre-idiomas-diferentes/


Fuente para la #21: Lo que mis dos Hijos Favoritos han grabado en mi corazón.


Publicado originalmente el 7 de mayo de 2010, en A Cualquiera le Sucede


(Ilustración: Gueb... nunca he podido retratar a un brócoli tan feliz)



Mamá, ¿qué es un condón? (DeMadre X)

Había dicho que “cosa mala” es criar a un hijo en la Redacción de un periódico. Pues cosa peor que mala es redactar una nota relacionada a la salud pública y el uso de condones y que tu editor te recuerde que se acerca el cierre de la edición con su tradicional estilo a boca de jarro:

- “¡Fulana! ¿Entregaste los condones?”

El enano que me convirtió en madre hacía 6 años se me acercó y preguntó inocentón, pero en tono audible a buena parte de la plantilla de siempre curiosos colegas:

-”Mamá, ¿qué es un condón?" El tecleo rápido del colectivo se paralizó al unísono.

-“Mi vida, te lo explico de camino a casa porque no he terminado lo que escribo de eso”.

¡Já! Otra contestación que me saqué “De La Manga Production”. La plantilla de colegas continuó trabajando, pero yo sentía fuego en las orejas... que afortunadamente no tienen el tamaño de las de Mickey Mouse. Probablemente me las quemaban sus miradas. Tenía menos de 20 minutos para organizar una contestación real, pero adecuada a su edad.

Esta noche le preguntaré si se acuerda del evento, o de mi disertación. Honestamente, no recuerdo cómo sobreviví ese viaje de regreso a casa.

¿A Cualquiera le sucede?

Publicado originalmente el 5 de mayo de 2010 en A Cualquiera le sucede.

(Ilustración/ ¡Web!)



Mis bebés me arropan (DeMadre IX)*

No me avergüenza decir que fui cantante de canciones de cuna, nanas, Lullaby... o como quiera que se llame. Me las sabía todas; al derecho y al revés. Se las cantaba a mis hijos desde que crecían en mi “casita de la barriga”. Antes de lactar, lactando, después de lactar; antes de dormirlos, y mientras los dormía. Aún después de dormidos me quedaba con ellos en la cuna y no dejaba de cantarles.


A mi Hijo Favorito de los Mayores, le gustaban más los cuentos que las canciones. Quizás el problema era la cantante, no la canción, pero de todas formas, su ritual del sueño siempre comenzaba cantado. Luego, un cuento breve leído, seguido de uno inventado. No demoraba el Ángel de la Guarda -versión original- un masajito en las sienes, un besito en la frente y a abrigarlo.

Por el contrario, mi Hijo Favorito de los Menores se resistía a la idea de dormir. No se le podía anticipar que había llegado la hora del sueño. “Acompáñame. Tú me duermes a mí”, era la línea infalible de mi libreto. A él le gustaban más los cuentos que las canciones, pero disimulaba y me pedía “otra”. Ahora, pensándolo bien, no sé si era otra canción u otra cantante.


De todas formas, allá iba yo, y desentendida, continuaba el pequeño concierto. Para entonces, el Mayor se había ido huyendo a su cuarto. Leerle cuentos al menor no era tan fácil. Aunque me pesaran los párpados, me tenía que ceñir al texto porque se lo aprendía de memoria y no permitía cambios.


Eso sí; la oración podía ser casi infinita... En vez del “amén”, el “Ángel de la Guarda”, se extendía a: “y cuida también a Pápa, y cuida también a Máma, y cuida también a Coco (Francisco), y cuida también a abuelo Polo, y cuida también a abuela Elena… a abuelo Miguel, a abuela Isabel; a tití Maritza, a tío Orlando, a mi prima Itza, a mi prima Melissa, a mi primo Luis Miguel; a tití Marinés, a tío Ignacio, a mi prima Coralis, a Natalia; a tío José... y después de otros 3 tíos maternos, 2 tías paternas, 9 primos, las maestras, la abuela postiza que lo cuidaba después de clases.


Tras añadir a las peticiones de protección angelical a todos los gatos y perros, caballos, vacas y becerros de cada una de las familias, nos dormíamos los dos. Él, acaparando su territorio, y yo en un borde de la cama, tolerando patadas. En un periodo de tiempo prudente, mi esposo me despertaba para guiar mis torpes pasos hasta nuestra habitación.


Los años modificaron muchos rituales, pero los besitos de buenas noches y esa última ronda para abrigar a mis pichoncitos duró hasta que el mayor cumplió 12 años y el más pequeño 8. Entonces, Intruso se encargó de entorpecer mi ruta hacia las habitaciones de mis hijos. Desde entonces ellos -sabios y amorosos- recorren la ruta a mi cama, y desde entonces, me arrullan a mí. El mayor asegura que no recuerda “eso de las canciones”. Creo que es amnesia parcial selectiva, Alzheimer Prematuro... o no se quiere escuchar el vozarrón de locutor. Me ayuda a subir a la cama, acomoda Mi República Independiente Izquierdista, y se sienta un ratito conmigo. En vez de cuentos, hablamos “de cosas” de su día. De lo que se quedó en el tintero cuando llegó a casa de la uni, o del gym. Me besa y me acurruca. Me dice que soy bella; me acomoda las almohadas y me lleva al cielo.


El menor, también me acurruca y hablamos “de cosas” del día. Y tal y como yo hacía con él, se acuesta al borde de la cama, hasta que nos quedamos dormidos los dos. En un periodo de tiempo prudente, mi esposo lo despierta para guiar sus torpes pasos hasta su habitación.


Por eso puedo decir que mis bebés me arropan. Ellos también han aprendido a vivir, a conVivir y a vencer a Intruso; cosa que no le sucede a Cualquiera.


* Post de la serie "DeMadre", que publica periódicamente en ésta casita. Durante el mes de mayo -cuando distintos países celebran la maternidad- "DeMadre" será más frecuente, pero por razones obvias, hoy se replica en Conviviendo con Intruso, nuestra casita hermana.


Publicado originalmente el 3 de mayo de 2010 en A Cualquiera le sucede.


(Foto x Cass, del álbum familiar, circa 1985)


Siempre Primero de Mayo (DeMadre VIII)

No importa el tipo de trabajo, no importa con el grado académico con el que se enfrente, toda madre que trabaje –en lo que sea- es una “madre obrera” a honrar el Primero de Mayo y todos los días del año.

De manera que -insisto- esa distinción no se quede en el 8 de marzo, “Día de la Mujer”; ni en el ”Día de las Madres”, que se celebra en distintas fechas, particularmente en mayo. Por eso hoy… un día después de que en todo el mundo se celebre el “Día Internacional del Trabajo”, bendigo la fortuna de algunas "madres obreras" para destacar las carencias de otras:

Benditas las “madres obreras” que cuentan con un compañero que se ajuste los pantalones y alterne horarios para atender el fruto de su amor.

Benditas las “madres obreras del hogar”, esas madres que trabajan sin paga todas las tareas invisibles que mantienen en funcionamiento la primera célula de la sociedad mientras simultáneamente fungen de maestras, sicólogas, enfermeras, nanas, religiosas, mecánicas de bicis y cuanto juguete que se rompe… o se arma y desarma.

Benditos los hijos de las “madres obreras” que tienen el privilegio de contar con una “madre sustituta que le cuide los muchachos mientras ellas, en su rol de “madre obrera”, “trabaja fuera”.

Benditas las “madres obreras” que cuentan con la solidaridad de un jefe que les permite llevar a sus muchachitos al centro de trabajo mientras ellos hacen sus tareas en el comedor de la empresa, en un escritorio vacío, o debajo del de su mami.

Benditas las “madres obreras” que se benefician de campamentos de verano organizados por las empresas para las que laboran; y que participan en encuestas para crear centros de cuido y salas de lactancia en sus centros de trabajo.

Pero más que todas esas, “benditas las madres obreras” que solas, solteras, divorciadas o viudas que trabajan de sol a sol, o de sol a luna, o de luna a sol- y no olvidan ser Madres (en mayúscula).

Benditas las manos de las “madres obreras” que aunque enfermas, tristes, soñolientas, y muchas veces ganando menos para que los hombres que realizan el mismo trabajo, lo hacen pensando en sus muchachitos.

Benditas todas, y benditos sus hijos, por siempre. Amén


Publicado originalmente el 1ro. de mayo de 2010 en A Cualquiera le sucede)

(Foto de la web)

domingo, 16 de mayo de 2010

Chiquitita ("DeMadre VII")

Los tres hombres que viven en casa tienen el mismo timbre de voz. Es el mismo vozarrón de locutor de los programas románticos nocturnos que escuchan corazones rotos para solicitar que los complazcan con alguna canción triste.

Los diferencia en las voces de los tres está en la entonación, y en esa primera palabra que dicen anticipándose a mi acostumbrado y seco “Aló”.

“¿Mi amor?”, dice el Oso Mayor. “¿Enana?”, pregunta “just in case”, mi Hijo Favorito de los Mayores. “¿Chiquitita?”, es el saludo "oficial" mi Hijo Favorito de los Menores.

Los primeros tienen explicación, pero no me había detenido a pensar en la motivación para ese "Chiquitita” hasta ayer, cuando ese enano me llamó y me contó que por alguna razón, entre sus amigos surgió el tema de “cómo tú le dices a tu mamá de cariño”.

Primero que todo, ese grillito universitario no me puede engañar. Seguro que el mostri empezó el tema contando “cómo te llama tu mamá cuando tiene coraje contigo”. Pero no. El muchachito me contó que le tuvo que explicar a una de las chicas -cuya nacionalidad no recuerdo- lo que era “chiquitita” en español.

-"¿Small Mother? ¿Tiny Mommy? ¿Midget Mom? Nope… Chiquitita…"

Le pregunté si me decía así por la canción de Abba. Me contestó con un “no” alargado y risueño. Mi motor de búsqueda neuronal arrancó con velocidad: El grupo sueco ABBA presentó “Chiquitita” en el concierto “Música para la UNICEF”, el 9 de enero de 1979; un año antes de que yo considerara casarme con su padre. El enano nació 9 años, 11 meses y dos días después. ¿Será que me vió llorando con Meryl Streep en Mamma Mia?

-“Nooooo... ¿qué canción, Chiquitita?”

-“¡Ahhhh!”, dije audible. Y pensé: “¡Qué lindo! Mi chiquilín es tan original. ¡Qué alegría! Esa letra es tristísima”.

Cambiamos el tema porque no le quise cantar la canción para que no se me anudara la vida. Él no lee el blog y está en periodo de exámenes. Así que no se va a percatar de esos versos tristes en español, ni en sueco. No quiero pensar que ese loco bajito se entristezca pensando en mí.

¿Será que piensa en los guineos Chiquita Banana? ¡Lo que me faltaba! A Cualquiera le sucede...

Publicó originalmente en A Cualquiera le sucede, el 17 de abril de 2010

(Foto, de la Web, ni que fuera tan vieja...)

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Una mascota de Komodo (DeMadre VI)

Miente quien no haya escuchado -o hecho- una petición de mascota en el más dulce de los tonos. Y miente quien no conozca a algún padre/madre que no haya caído en la trampa.

Criada en el campo, nunca pedí animales. Ellos, simplemente estaban. Había vacas con sus becerritos y los intimidantes padrotes (que en esa época, para mí sólo eran bueyes); un caballo viejolo; cabras, cerdos, gallinas, pollitos y gallos; conejos, tortugas, pájaros (de los que no se enjaulan), varios perros, y gatos, gatos, y más gatos.

Cuando el tiempo pasó y me tocó a mí pagar la renta, no había forma de tener esa variedad de animales, ni mi deseo de limpiarle las bolitas a los conejitos.

Los pets de los niños citadinos son los peces, guinea pigs, pajaritos enjaulados, perros de tamaño pequeño o diminuto; y gatos, que mientras más grandes e imponentes, mejor.

Afortunadamente, los baby boomer parents de los internet kids, que vivimos en ciudades, o suburbios de espacio limitado, no tenemos espacio para cualquier mascota. Lo ideal es un golden fish en una copa. Pero el maldito Internet le provee a la nueva generación de enanos la facilidad de pedir “on line at any time” culebras, lagartos, gallinas de palo, o las espantosas criaturas de Komodo.

Para peticionar legalmente lo ilegal surgen las variaciones en los nombres que te ganaron los ovarios: “Mamá, Máma, Mami, Mamita, por fa, porfi, plis, pretty please”; y los razonamientos baratos: me he portado bien, saque buenas notas; no le he arrancado la cabeza a mi hermano... “

Tanto chavan hasta que la madre de corazón blandito cae. Y yo, como además lo tengo frágil, caigo más rápido que ligero.

Pero el mismo bendito Internet puede estar de nuestro lado.

Esta Súper-Dúper-Mamisonga se valió del on-line-shopping para encontrar un Dragón de Komodo amigable para la familia, el hogar, los niños; el Departamento de Recursos Animales, así como para las autoridades de transportación y verificación de animales exóticos que abundan en los aeropuertos de todo el mundo, quienes velan para que los dragones, si son de Komodo, que allá permanezcan cómodos.

Pues bien, la bella madre que aquí se confiesa, encontró, pidió, pagó y le regaló al muchachito la amorosa dragona komodina. “Buba” (no sé ni quién ni cómo se descubrió que era nena) fue aceptada tan pronto plantó las 4 patas en la mesa del comedor.

No estoy segura de cuál es la expectativa de vida de las bubas, pero ésta lleva en casa más de 15 años. No me atrevo celebrarle el onomástico, porque no lo trajo la garantía de compra. Supongo que usualmente los niños no las cuidan apropiadamente... o las madres.

Buba se ha mantenido en el cuarto de mi hijo favorito (de los mayores). Salía para asustar a desconocidos desde el carrito de la compra, el cristal de la ventana del auto... o en la oficina de la madre, donde el niño pasó muchas tardes después de clases.

Con extrema comodidad, nuestra Buba de Komodo, sigue asustando a quienes se atreven a penetrar la cueva –o habitación- del muchachito. El hoy aspirante a Juris Doctor, la mantiene debajo de la cama, muy cómoda. Ella no se mueve. Sólo asoma la cabeza. Ya no saca la lengua porque mi hijo menor –el Favorito de los Menores- se la arrancó despiadadamente. A Cualquiera le podría suceder.

Por suerte, solo le dolió al dueño del reptil plástico.



(Foto x Cassiopeia)


“Esas palabras feas” (DeMadre V)

Todavía no entiendo eso de las “malas palabras”. Mi idolatrada María Moliner alegadamente le vedó la entrada a su diccionario. Yo, honestamente no las he ido a buscar allí porque no se me han perdido.

Mi abuela se “zafaba” y decía que las palabras que algunas personas rechazan eran “fuercitas” que había que hacer al hablar. Todos le creíamos a la matrona de 14 hijos, 3 “arrima’os”, y decenas de nietos. Especialmente cuando se fumaba aquellos cigarros negros.

Al llegarme el tiempo de criar, decidimos que los niños tenían que saber cuándo hacer las fuercitas lingüísticas y cuando no. A mí –por pasar más tiempo con los muchachos- me tocaron las clases de idiomas. Difícil faena y tremenda responsabilidad la de enseñarles la misma cosa en el lenguaje correcto, el informal y el cochino. Nunca les dije que las palabras fueran malas ni feas.

Sin proponérmelo tuve ayuda de otros profesores. Mala cosa es criar un hijo en la redacción de un periódico, aprenden lo que deben saber “ya”, y lo que “todavía”.

Así fue que una tarde de pocas noticias mi hijo fue a parar a la oficina del editor. El barbudo (todos los editores son barbudos), conocía mi filosofía educativa y le dijo al enano de 5 años que le enseñaría la cosa más terrible que se le puede decir a una persona cuando estuviera furioso: “Hijo de la Gran Puta”.

Mi hijo se lo grabó, pero estoy segura que no le explicaron el asunto de quien va primero en el árbol genealógico.

Semanas después, una vecina me contó que mi hijo favorito (de los mayores), tuvo que defender a su hermanito, (mi hijo favorito, de los menores) de poco más de un año de edad. La victimaria era una niña de 3 a 4 años. La nena le tiró arena en la cara al hermanito menor de mi hijo. El muchachote recordó la enseñanza del editor y se despachó a todo pulmón lo que entendió que era lo justo: “¡Madre de la Puta Grande!”

Todavía es muy temprano para saber si en efecto el grito de rabia de mi hijo mayor fue una premonición porque la nena está en plena adolescencia y no ha tenido a la hija.

Lo que sí aseguro es que con esto de los niños y las “malas palabras” hay que tener mucho cuidado, y asegurarse que las aprendan bien. A decir verdad, ellos sabrán cómo y donde decirlas. El problema puede estar en la sintaxis. Además... y más importante aún, ni las madres, ni las hijas tenemos la culpa de la conducta de otros. A Cualquiera le puede suceder.

(Foto de la web, ya no queda nada de aquél parque)