Se atreven a seguir mis locos desmadres...

lunes, 29 de noviembre de 2010

Pedro y el Lobo sinfónico en el Conservatorio

Confieso que he sido injusta con Mi Hijo Favorito de los Mayores. El sí recuerda música de su “infancia”. Selectivamente...

Esta mañana me dio esa satisfacción. Mientras yo saboreaba medio dormida el primer golpetazo de cafeina, me llenó de besos y me dijo que se sentía feliz de haber encontrado una versión “presentable en sociedad” de Pedro y el Lobo, la composición sinfónica de Sergéi Prokófiev escrita en 1936 después de su regreso a la Unión Soviética.

Basada en el cuento popular ruso "Pedro y el Lobo"; es una obra didáctica cuya moraleja refleja la importancia de la sinceridad. La obra de Prokófiev es un cuento infantil, con música y texto adaptado por él, con un narrador acompañado por la orquesta.(¡Gracias Wikipedia!) .

Eso de “presentable en sociedad”, lo digo yo -no lo dice él- que no heredó suficiente cinismo de su línea materna porque yo me lo quedé.

La pieza es especial en casa porque fue de los primeros conciertos sinfónicos a los que llevé al enano. Me encargué de que le gustara. Tocaba la Sinfónica de jóvenes del Conservatorio de Música de Puerto Rico, y la representación teatral estuvo a cargo de niños actores.

-“¿Puedes identificar al gato por el sonido del instrumento? ¿Y al pato? ¡Cuidado que los cazadores han disparado!”

A la salida, le compré una T-shirt del evento. Y esa Navidad, los Reyes le dejaron un hermoso ejemplar de letras y sonido, de la obra… que escuchó y escuchó, y escuchó.

Con la moda de las iPods (¡ay pod!) perdió la grabación. La tarareó durante años, pero no fue hasta esta mañana que la puso en la compu para que yo recordara…entiéndase… para ayudar a mi memoria selectiva.

Libro y disco LP todavía existen para ustedes, nietos de mi esposo. Además, pueden reclamar la versión de iPod… u optar por YouTube, o por los medios más modernos que existan cuando yo no.

Lo que sí me gustaría es que sus padres los lleven a una versión sinfónica/teatral en vivo. ¿Les gustaría?


domingo, 21 de noviembre de 2010

Trompeta de felices decibeles

El cuento merece un espacio propio para detallar cómo un enano –Mi Hijo Favorito de los Menores- desarrolló la pasión la música de dos generaciones previas… y cómo se enchuló del único instrumento que parte la cabeza de su bella madre (que soy yo)… a fuerza de decibeles.

Como hoy va Canción de Domingo y no quiero que llegue la noche sin canción… le rindo tributo a uno de los héroes trompeteros de mi enano; el genial Louis Armstrong. Mientras, recuerdo las noches de ensayos cuando apenas escupia la embocadura y hacia ladrar a los perros del vecindario.

Los detalles... quedan para otro día.

"When you are smiling", Louis Armstrong

lunes, 15 de noviembre de 2010

¡Quiquibú... Mandinga!

No siempre son “canciones infantiles” las que le gustan a los niños… ¡Hay que ver una de las favoritas de Mi Hijo Favorito de los Menores desde que era preadolescente! Afortunadamente el chico ya tiene 20 años y puede atender situaciones como las que describe Compay Segundo.

Por mí, si quiere una Negra Tomasa (sea con "s", o con "z") que lo haga sufrir/gozar y lo lleve desde el Cielo hasta el Infierno en cuestión de segundos, respeto su decisión. Ya hice el juramento de “suegra silente”. Espero estar viva para que ustedes, nietos de mi esposo e hijos e mis hijos sepan que no fue una falsa promesa a ustedes, amadas y divinas madres de los nietos de mi esposo...

Por lo demás… ¡Quiquibú... Mandinga!

domingo, 7 de noviembre de 2010

“Escondido entre el valle y el monte que hay en mi ombligo”

Mi Hijo Favorito de los Mayores –al igual que Mi Hijo Favorito de los Menores- es muy musical. El primero toca cuatro; el segundo, trompeta. Se acostumbraron a despertar y dormir con canciones; a escuchar música camino a la escuela, y luego de regreso a la casa; a ver a su maravillosa madre –que soy yo- cantar y bailar en la cocina al son de cebollas, y perejil mientras imitaba a Caetano Veloso, Ricky Martin, Los Van Van, o El Gran Combo.

La iPod – ¡Ay Pod!- nos separó un poco- pero nunca nos desvinculó.

Anteayer le pregunté a Mi Hijo Favorito de los Mayores por sus canciones favoritas de la época de “música de la radio cuando regresábamos a casa… (digamos… de Presuntos Implicados). Y, el mismo que dice no recordar las canciones que yo le cantaba de bebecito- me dijo una de las más tiernas que se le puedan dedicar a un chiquilín recién llegado desde “el valle y el monte que hay en mi ombligo…”.

En resumen, espero que ustedes –“trocitos de Gloria”… Nietos de mi esposo e Hijos de Mis Hijos- no le hagan esa changuería a sus madres. Or else!

[La advertencia es por si todavía estoy en este plano].

Mi Pequeño Tesoro

Mi pequeño tesoro
se halla escondido
entre el valle y el monte
que hay en mi ombligo.
Mi pequeño trocito de gloria,
es el alba que alumbra
una nueva historia.

Mi pequeño tesoro
quiere ver cosas,
y por él me despliego
como una rosa.
Mi pequeño trocito de vida,
es un ángel que viene a mí
de puntillas.

Tengo cinco razones
para quererte,
una atada a mi espalda,
y otra a mi suerte,
y las tres que me quedan, son
tu sonrisa,
tu ternura sin falta
y otras delicias.

Foto: Joy Bush