Se atreven a seguir mis locos desmadres...

lunes, 1 de julio de 2013

Cuatro con cafeína (I)

Querid@s Nietos de Mi Esposo, e Hij@s de Mis Hijos Favoritos:

El café se ha convertido en un denominador común muy interesante en nuestra familia. Por eso es el regalo que comparto en el Cuarto Aniversario de las 3 casitas de letras de Cassiopeia.

Como saben, soy  persona de campo. Me crié en una finca de café y cañas de azúcar. Sin embargo, nunca tomé café de niña porque mis padres y abuelos decían que ya yo era demasiado zahorí y la cafeína me sobrecargaría de de energías innecesarias.

Empecé a tomar café después de casada. Me capturó con una cuota de 2 tazas diarias. Cuando quedé embarazada de sus padres, disminuí la cafeína a una taza. Después del sexto y último embarazo, volví a tomar dos tazas.

Nunca he tomado café fuera del que hace su abuelo. Por eso bromeo cuando digo que ni en ese aspecto le he sido infiel. Ya sus padres les explicarán lo que significa.

Su abuelo nació y se crió en NY. Sus padres –que fueron sus bisabuelos- formaron parte de las miles de familias que emigraron a la babel de la costa este de gringolandia. Conservando costumbres boricuas, se crió tomado café. No se la marca, ni si era puertorriqueño. Eso sí; apostaría a que lo hacían hirviendo el agua y pasándola por la media.

De regreso a Puerto Rico, continuó tomando su cafecito, pero ya con mejor sabor. Cuando nos casamos teníamos una grekita de metal, lo normal en la mayoría de las casas hace 30 años. Con los años fuimos sustituyendo las máquinas de café con otras mejores. “Más complicadas”, decía yo. “Para hacer mejor café”, decía mi esposo.

Durante unas vacaciones en Italia, vimos una cafetera industrial en cobre, de las que tienen en pajarito arriba, muchos vericuetos con botones y mangueras de metal. Su abuelo quedoo deslumbrado ante el escaparate de la ferretería.  Habíamos visto una similar en La Bombonera en el Viejo San Juan. 

El costo y tamaño hacían imposible la inversión para un matrimonio joven de turistas caribeños. Compramos una Pavonni, versión sencilla. Así que de regreso a casa incursionamos en lo que hoy son transacciones tan normales como tomar agua: hicimos el pedido de una Baby Gaggia…



La historia de cómo nos une el café continuará. Mientras tanto, celebremos el Cuarto Cumple de Cassiopeia…

2 comentarios:

Soñadora dijo...

Celebremos mi querida Cassio, y seguiremos tomando esos cafecitos tan ricos, que calientan y levantan el ánimo!

Abrazotes!

Cassiopeia dijo...

¡Celebremos, pues,
Con café y abrazos!