
Mi Hijo Favorito de los Mayores –al igual que Mi Hijo Favorito de los Menores- es muy musical. El primero toca cuatro; el segundo, trompeta. Se acostumbraron a despertar y dormir con canciones; a escuchar música camino a la escuela, y luego de regreso a la casa; a ver a su maravillosa madre –que soy yo- cantar y bailar en la cocina al son de cebollas, y perejil mientras imitaba a Caetano Veloso, Ricky Martin, Los Van Van, o El Gran Combo.
La iPod – ¡Ay Pod!- nos separó un poco- pero nunca nos desvinculó.
Anteayer le pregunté a Mi Hijo Favorito de los Mayores por sus canciones favoritas de la época de “música de la radio cuando regresábamos a casa… (digamos… de Presuntos Implicados). Y, el mismo que dice no recordar las canciones que yo le cantaba de bebecito- me dijo una de las más tiernas que se le puedan dedicar a un chiquilín recién llegado desde “el valle y el monte que hay en mi ombligo…”.
En resumen, espero que ustedes –“trocitos de Gloria”… Nietos de mi esposo e Hijos de Mis Hijos- no le hagan esa changuería a sus madres. Or else!
[La advertencia es por si todavía estoy en este plano].
Mi Pequeño Tesoro
Mi pequeño tesoro
se halla escondido
entre el valle y el monte
que hay en mi ombligo.
Mi pequeño trocito de gloria,
es el alba que alumbra
una nueva historia.
Mi pequeño tesoro
quiere ver cosas,
y por él me despliego
como una rosa.
Mi pequeño trocito de vida,
es un ángel que viene a mí
de puntillas.
Tengo cinco razones
para quererte,
una atada a mi espalda,
y otra a mi suerte,
y las tres que me quedan, son
tu sonrisa,
tu ternura sin falta
y otras delicias.