Se atreven a seguir mis locos desmadres...

domingo, 20 de noviembre de 2011

Cigarrillos explosivos

Queridos futuros nietos de mi esposo; amados hijos de Mis Hijos Favoritos:

Les quiero presentar a uno de mis muchos “amores secretos” de la literatura y el periodismo. Él nunca se enteró. Aunque tuve oportunidad de darle la mano, mirarlo a los ojos y decirle lo mucho que aprendía de sus letras… mi timidez no me dejó. Lo veía tan grande, tan lejano, tan seriote, tan culto, tan importante…

Ese “amor secreto” se llama Salvador Tió Montes de Oca. Ya les he hablado de él en ocasiones distintas. Hoy celebro el centenario de su natalicio. Para conocerlo “oficialmente”, los invito a la página web que preparó su hija, la poeta Elsa Tió. La conozco hace varios años, y tenía conocimiento de mi amor por el español y por los escritos de su padre.

Ayer la llamé bajo la amenaza de rendirle un humilde homenaje a don Salvador en mis tres casitas. Para ésta –le dije- quería una anécdota de don Salvador como padre.

“Explosivos en el cigarrillo”, me dijo entre risas. Y sin pensarlo dos veces, confesó: “Los compraba (los insertaba en los cigarrillos) y se los ponía en la cajetilla”. No inquirí detalles adicionales por el contagioso ataque de risa que se nos pegó. Yo, imaginando la zahorí de 9 años y "la causa y efecto" de la travesura. Ella, me imagino que deseando regresar en una máquina del tiempo a aquellos momentos.

El escritor –que aterraba con sus columnas publicadas en el diario El Nuevo Día- reaccionaba con “miradas furibundas”, e inmediatamente después, “las sonrisas más tiernas”. Según Elsita, muchas de las explosiones nicotinadas se daban en presencia de visita. Lo que no me dijo es que su hogar era un centro de tertulias de los grandes intelectuales de la época.

Le pregunté por esos elementos concretos que más añora de su padre. Según pronunciaba la pregunta, me arrepentí de hacerla. “¡Qué indiscreción! ¡Qué tonta! Si me preguntaran eso de mi padre, mandaría a la persona al carajo”, pensé. Ella, sin inmutarse, me contestó con dulzura:

-“Sus manos, su ingenio, su mirada, su inteligencia y su bondad”, dijo. No detalló en la ternura de las caricias de un padre amoroso, ni en el ingenio, la inteligencia, la bondad… y el talento heredado.

Hubiera querido hacer el mismo ejercicio con sus hermanos mayores: Salvador Elías, y a Tere... esos a quien Elsita de seguro le hacía travesuras más atrevidas. No los localicé. Otra vez será. Por hoy, no quiero dejar pasar la oportunidad de que ustedes -futuros nietos de mi esposo- conozcan y respeten a un ejemplo de amor por el Español y la Patria.

Mientras, destaco una de las piezas favoritas de don Salvador. Me lo imagino bailándolo con su amadísima esposa doña Elsa.

(Foto, don Salvador Tio Montes de Oca, tomado del web)

2 comentarios:

la MaLquEridA dijo...

Lo bueno que tu esposo no se pone celoso Amigochita, porque sabe que es platónico je.


Besos.

Cassiopeia dijo...

Bienque...
Lo mejor de lo mejor es que él era columnista de un diario, y yo periodista en otro, y cuando lo tuve cerca, ya no era la "cara de lechuga" universitaria...
Siempre enamorada de sus letras (especialmente de sus columnas y sus " tirabuzones"), no dejo de leerlo y releerlo.
Besos amada Amigocha.