Se atreven a seguir mis locos desmadres...

martes, 9 de julio de 2013

Bertha y Chantal

Interrumpimos la programación del blog, para emitir un alerta de Cumpleaños Huracanado por segunda vez en la vida de nuestro amado Hijo Favorito de los Mayores.

El primero fue en 1996, cuando Bertha nos sorprendió. Unas 6 casetas de acampar acomodaban a 18 adolescentes en nuestro patio. Ellos no durmieron. Nosotros tampoco. ¿Los vecinos? Sus hijos estaban en nuestro patio también, y nunca le hemos preguntado.

Después del desayuno en masa, Mi Esposo Favorito salió al supermercado a comprar helado para la fiesta de cumpleaños. En la fila del supermercado, la víctima de mis amores fue el punto de atención. Las filas de compradores impacientes en cada una de las 6 cajas registradoras cargaban cajas con botellas de agua, comida enlatada y utensilios sanitarios anticipando fallas en los servicios de agua y luz…

En ese momento Mi Esposo Favorito se enteró de que estaba llegando Bertha. Lo que no sabía el resto en Servicio Nacional de Meteorología era que nosotros ya habíamos sufrido los estragos de un feliz cumpleaños.

Hoy, Mi Hijo Favorito de los Mayores cumple 28, y por ahí viene Chantel.

Pensé enviarle al apartamento a una chica vestida de Marilyn Monroe para que le cantara “Happy Birthday” como le hizo la MM original a JFK. Obviamente hubiera sido para el disfrute de sus amigos y vergüenza del cumpleañero.

Desistí de la idea porque ya Janet, la esposa de Fernando –sus entrañables amigos, vecinos y padrinos de boda- me dijeron que van a cenar a La Puttanesca. Especifico que se trata de una pizzería “New York Style” (¿?), localizada en un barrio de re-puta-ción dudosa.


Pero la sabia Súper Mamacita de la Criatura, aprendió hace muchos años que a partir de la mayoría de edad, Papá, Mamá y hermano celebran el fin de semana antes un cumple chiquitito privado, con un bizcocho chiquitito y velas que chispeteen estrellitas requetechiquititas. Así el día oficial del onomástico, el joven adulto lo celebra con sus amigos, cervezas… y este año, también con Chantel.

Felicidades, Hijo Favorito (de los Mayores)

lunes, 1 de julio de 2013

Cuatro con cafeína (I)

Querid@s Nietos de Mi Esposo, e Hij@s de Mis Hijos Favoritos:

El café se ha convertido en un denominador común muy interesante en nuestra familia. Por eso es el regalo que comparto en el Cuarto Aniversario de las 3 casitas de letras de Cassiopeia.

Como saben, soy  persona de campo. Me crié en una finca de café y cañas de azúcar. Sin embargo, nunca tomé café de niña porque mis padres y abuelos decían que ya yo era demasiado zahorí y la cafeína me sobrecargaría de de energías innecesarias.

Empecé a tomar café después de casada. Me capturó con una cuota de 2 tazas diarias. Cuando quedé embarazada de sus padres, disminuí la cafeína a una taza. Después del sexto y último embarazo, volví a tomar dos tazas.

Nunca he tomado café fuera del que hace su abuelo. Por eso bromeo cuando digo que ni en ese aspecto le he sido infiel. Ya sus padres les explicarán lo que significa.

Su abuelo nació y se crió en NY. Sus padres –que fueron sus bisabuelos- formaron parte de las miles de familias que emigraron a la babel de la costa este de gringolandia. Conservando costumbres boricuas, se crió tomado café. No se la marca, ni si era puertorriqueño. Eso sí; apostaría a que lo hacían hirviendo el agua y pasándola por la media.

De regreso a Puerto Rico, continuó tomando su cafecito, pero ya con mejor sabor. Cuando nos casamos teníamos una grekita de metal, lo normal en la mayoría de las casas hace 30 años. Con los años fuimos sustituyendo las máquinas de café con otras mejores. “Más complicadas”, decía yo. “Para hacer mejor café”, decía mi esposo.

Durante unas vacaciones en Italia, vimos una cafetera industrial en cobre, de las que tienen en pajarito arriba, muchos vericuetos con botones y mangueras de metal. Su abuelo quedoo deslumbrado ante el escaparate de la ferretería.  Habíamos visto una similar en La Bombonera en el Viejo San Juan. 

El costo y tamaño hacían imposible la inversión para un matrimonio joven de turistas caribeños. Compramos una Pavonni, versión sencilla. Así que de regreso a casa incursionamos en lo que hoy son transacciones tan normales como tomar agua: hicimos el pedido de una Baby Gaggia…



La historia de cómo nos une el café continuará. Mientras tanto, celebremos el Cuarto Cumple de Cassiopeia…