Se atreven a seguir mis locos desmadres...

jueves, 30 de junio de 2011

29 de junio de 2009

¡Fiesta! Ayer se cumplieron dos años del nacimiento de mis casitas gemelas, hermanas mayores de deMadre. El parto fue doloroso porque hacía varios años que me coqueteaba la idea de hacer un blog y me provocaban colegas. “¡Escríbelo, no lo digas!”, me decían.

Yo no les hacía caso porque no estaba en las de “desnudarme por escrito y para el record”. Tomé un taller de Periodismo Digital y discutimos “eso de los blogs”. El taller fue la embocadura a una maestría en Periodismo Digital que nos obligó a abrir un blog.

“¿De qué rayos escribo?”, pensé. No soy poeta. No soy crítica literaria. Mi vida es normal, conozco gente normal… una colega me dijo que tenía que escribir sobre mi proceso de supervivencia con tumores cerebrales. “¡Rayos! Como que no soy taaaan normal… Definitivamente que esa es una opción para salir del paso”, me dije. Y le compré la idea con Conviviendo con Intruso.

Para “neutralizar” lo que pudieran ser ataques catársicos, parí A Cualquiera le sucede.

Entre uno y otro espacio -o casitas de sentimientos- se colaron entradas relacionadas con mi mejor proyecto de vida: la maternidad. Entonces, las reuní en un tercer blog: deMadre.

Cada una es un poco de mí. Cada una fluye a un ritmo propio. Tan es así que hace tres semanas que el blog del Intruso está cerrado por luto. El dolor de haber perdido a casi una docena de colegas entumorados me ha entumecido los dedos cuando merodean esa casita. Sin embargo, esos mismos dedos hacen fiestas irreverentes con Cualquiera, mientras que aquí, en deMadre... juegan y miman.

¿Cuántos años sobrevivirán los blogs de Cassiopeia? Nadie sabe. Ella no está pendiente de estadísticas. Solo sabe que el blogueo “tiene sentido, entendimiento y razón”… y que cuenta con un ejército de amigos blogueros que no cambia por nada en el universo.

A todos ellos –seguidores, o visitantes ocasionales- les regalo hoy el sello del Segundo Aniversario. Gracias, muchas gracias por acompañarme en este viaje...

domingo, 26 de junio de 2011

No es lo mismo Soledad Bravo que “La soledad es brava”

Hace par de domingos retamos a un tremendo aguacero para comprar los boletos del concierto de Soledad Bravo. Subí la entrada (el “post”) y minutos más tarde, el Padre de las criaturas y yo recordábamos lo mucho que nos gustaba la cantante, que en su momento hubiera podido catalogarse de revolucionaria.

Mientras él conducía, recordamos la magia de aquél concierto que Mi Hijo Favorito de los Mayores escogió para hacerse sentir con su primera patadita. ¡Esta vez iríamos al concierto el día del cumpleaños número 26 de aquél bebecito!

El diluvio arreció y en vez de ir al Centro de Bellas Artes de Guaynabo, donde se celebrará el concierto el próximo 9 de julio, nos quedamos en un centro comercial del vecindario. Allí, según el anuncio de radio, los boletos estarían a la venta. Encontramos estacionamiento bajo techo inmediatamente. Buena señal. Localizamos el recoveco de la sección de música de la tienda por departamentos. Y esa fue la última de las buenas señales.

Sin ton ni son, la cajera nos dijo que con los truenos se le había “caído el sistema” de Internet que conectaba con la boletería. “¡Qué porquería de sistema!”, pensé. Con la diplomacia que yo no tengo, mi esposo tomó la palabra:

-¿Estará lleno? Necesitamos boletos en el área de personas con impedimentos y sabemos que son pocas”.

-Es que sin sistema, no le puedo decir como se ha vendido esa obra de teatro.

-Mire, es un concierto, no es una obra de teatro.

-¿Y se llama ‘Soledad la Brava’? ¡Ah! Aquí aparece algo el 7 de julio.

-No. Es el 9 de julio. Y no es “algo”. Es un concierto que auspicia Radio Universidad.

-“¿Radio Universidad?

Ya mis carcajadas contenidas se convirtieron en otra cosa y le quité “la voz cantante” a mi esposo:

-Vamos a lo que vinimos: si trabaja en una sección de música, vaya a Internet cuando le suba SU sistema, para que al menos parezca que sabe algo. Mire bien el calendario, que un jueves 7 no es lo mismo que el sábado 9. Y sepa que no es lo mismo Soledad Bravo que “La soledad es brava”.

No salí rumiando para no avergonzar más al Padre de las criaturas. Ya al llegar al auto nos habíamos reído tanto a costa de la ineptitud de la chica, que decidimos perdonarle a sus padres que no le hubieran canturreado ninguna melodía de Soledad Bravo. ¿Que trabaja en una tienda de música y no sabe la identidad de una cantante? Pues eso explica el éxito de iTunes. Para darle el beneficio de la duda, voy a pensar que las pocas personas que han comprado los boletos en esa tienda, no lo hicieron en el turno limitado de ese pichón de empleadilla.

De seguro que a la chica nunca la arrullaron al son del “Pajarillo Verde”, ni le dijeron que cuando llueve puede recibir una ensarta de cangrejos. Quizás el único cangrejo que conoce es el del signo del horóscopo de los que cumplen esos días… como nuestro primogénito.

(Foto de la Web)

“Pajarillo Verde”

Pajarillo verde, cómo no quieres que llore,
pajarillo verde, cómo no voy a llorar,
ay, ay, ay, si una sola vida tengo,
pajarillo verde, y me la quieren quitar

Pajarillo verde, cómo no quieres que llore,
pajarillo verde, cómo no voy a llorar,
ay, ay, ay, si los grillos que me quitan,
pajarillo verde, me los vuelven a pegar.

Pajarillo verde, y ayer fuiste a cortar leña,
pajarillo verde, pasaste por mi conuco,
ay, ay, ay, y todo el mundo lo supo,
pajarillo verde, por tu mala compañera.

Pajarillo verde, qué te puede dar un indio,
pajarillo verde, por mucho que tú lo quieras.
Ay, ay, ay, una ensarta de cangrejos,
pajarillo verde, y eso será cuando llueva.


domingo, 19 de junio de 2011

Súper Papá: "motivador" del deporte del aro y el balón (V)

El premio del Súper Papá, le llegó en forma de amenaza/ manipulación de parte de Mi Hijo Favorito de los Menores:

-“Mira Pá-pa, si tú no eres coach, yo no juego!”

¡Ja! ¡Música para sus oídos! Pero el muy “padre de su hijo”, le hizo el juego “difícil” al enano menor, valiéndose de varios lloriqueos. Tenía que aprovechar esa oportunidad “de oro”. Cuando nos llaman usando el acento en la primera “a”, hay que estar pendiente.

-“No puedo ser coach porque estoy viejito, gordito y canoso… trabajo mucho durante la semana…”

-“Pero Páaaaa-pa… tú puedes. Páaaaaaa-pa, porfa. No importa que trabajes mucho… Páaa-paaaa”.

A decir verdad, no recuerdo de cuántos argumentos se valió el padre de las criaturas para que le rogaran. Lo que sí podría jurar es que Mi Hijo Favorito de los Mayores y yo nos apretamos la boca para controlar las risotadas. “¡Qué manipulador!”, nos decíamos escondidos en la cocina (¿dónde más?).

Horas después, Súper Papá ya estaba inscrito como coach, cumpliendo con el otro requisito: tendría que incluirlo en su equipo, y tratarlo igual que a los demás.

Así las cosas, el otro 50% de la familia nos vimos obligados a asistir a prácticas y torneos con ropa del mismo color del equipo; gritar aunque estuvieran perdiendo, y controlarme cuando se cayera, o le metieran un codazo para sacarlo del juego, como acaba de pasar con JJ Barea (quien dicho sea de paso, se inició en el basket desde la infancia).

Vimos a Súper Papá organizando a los chicos con sabiduría y justicia, de manera que los buenos jugaran las posiciones claves, y que el banco siempre hiciera tiempo en la cancha. Súper Papá les gritaba “casita, casita” para asegurarse que recordaban las posiciones dentro de las líneas. Nunca los hizo sentir mal, ni permitió burlas cuando tiraban su bola en el canasto del equipo contrario, ¡y lo celebraban como propio!

Súper Papá invitaba a sus pollitos a comer pizza si luchaban o ganaban los juegos… y tuvo el privilegio de ver que su enano metió los puntos que le dieron el triunfo a su equipo ¡en los últimos segundos del último juego del último torneo!

El binomio se rompió cuando el enano creció y pasó a otra categoría. Para ese entonces, mi condición de salud agravó y nos sacó de la cancha a los cuatro.

*Para los que no lo sospecharon, las entradas de esta semana son un pequeño homenaje a mi esposo, el abuelo de los hijos de mis hijos… el que nos ha amenazado con criar nietos atletas…

**Por eso, la saga continuará… ¡Feliz Día de los Padres, mi amor!

NOTA de la autora: Hoy se incluyen dos multimedias; el de un guapo chiquilín llamado Diego (para compensar que hace 20 años no había youtube); y el multimedia del asqueroso golpe del sinvergüenza Andrew Bynum -centro de los Lakers- al boricua JJ Barea, quien con el golpetazo se convirtió en la atracción de los Mavericks de Dallas, y en el ídolo de los latinos aficionados al NBA. (Vale aclarar que Barea –quien es “enano” al lado de los gigantones de la NBA- ya era una estrella/ máquina de hacer puntos).

sábado, 18 de junio de 2011

Súper Papá: “motivador” del deporte del aro y el balón (IV entrega)

Con la llegada de Mi Hijo Favorito de los Menores, Súper Papá logró la meta de contar con un baloncelista “in house”. No es que no estuviera feliz de que Mi Hijo Favorito de los Mayores no fuera deportista… ¡Nooooo! Es que Súper Papá quería un baloncelista. Jugara bien, regular, o mal… pero específicamente un baloncelista.

Llegó el enano menor y volvimos al mismo ritual (véase la serie de "Súper Papá: motivador blah, blah blah de baloncesto") Volvimos a las diminutas zapatillas Converse… etc.

Esta vez, el bebito llegó con el chip de "voy a jugar baloncesto" integrado. Además de mostrarse “receptivo”, al chico le gustaba el juego. Sospecho que el padre lo hipnotizaba desde antes de nacer mientras yo dormía. Al nacer, estoy segura que hacia otro tanto durante sus ratitos íntimos aprovechado esos minutos mientas yo me bañaba o cocinaba. El asunto es que -a pesar del chip y de las sesiones de hipnosis- según se desarrollaba el recién nacido, menos características de atleta mostraba. Al nacer se le salieron de sitio ambas caderas, apenas se volteaba porque sufría de reflujo crónico, y se retrasó en hablar.

¿Panorama difícil? ¡No para Súper Papá! Paciente, y seguro de su meta, logró que el bebito superara cada una de las “situaciones”, no “impedimentos”. A los 4 años, ya estaba capacitado para jugar baloncesto, correr en la cancha y hasta gritar “briuto” cuando un compañero cometía un error.

Su hermano mayor y yo quedamos como víctimas del otro 50% de la familia: tendríamos que ir a las gradas a aplaudirle al equipo de los rojos. Posteriormente, los azules, los verdes, los amarillos, los negros, los blancos, los chinitas, rosados, lilas, violetas… grises… turquesas... según creciera y cambiara de equipo al ritmo de los torneos.

En fin, a Súper Papá se le dio la ilusión de tener un hijo baloncelista.

*De nuevo… “La saga continúa…”

viernes, 17 de junio de 2011

Súper Papá: "motivador" del deporte del aro y el balón (Parte III)

A los 5 años y tras innumerables esfuerzos y distintas estrategias –todas producto del ingenio de un Súper Papá fanático del baloncesto- no se había logrado que Mi Hijo Favorito de los Mayores se entusiasmara por el deporte del canasto y el balón.

Mi esposo se valió de todo tipo de artimañas: que si fulanito, el vecino necesitaba un compañero de juegos; y que si él tenía el cuerpo con los atributos apropiados (largo, flaco y rápido). Entregando el cheque para ingresar “a las malas” a lo que debió ser una actividad divertida, el chico hizo un issue que rayaba en un posible caso de maltrato y le exigió cinco razones por las que debía jugar baloncesto. Mi esposo se valió de los argumentos que pensó necesarios, y añadió dos:

1. Porque es un excelente ejercicio

2. Porque ayuda a desarrollar destrezas motoras

3. Porque te ayuda a socializar con otros niños de tu edad que estudian en otras escuelas

4. Porque es el deporte nacional de este país

5. Porque ya habíamos hecho el compromiso tu y yo

6. Porque por haber hecho el compromiso, pagué la matrícula y el uniforme

7. Y porque soy tu padre, y te lo digo.

Demás está decir que ese día Mi Hijo Favorito de los Mayores jugó con el entusiasmo de un aspirante al NBA; que metió los únicos puntos de su brevísima carrera en el deporte del basket; que cuando llegó a casa, siguió practicando en un canasto que su padre le había comprado… y que en la noche, le dijo las palabras más dulces que había escuchado Súper Papá sobre el deporte: “quieres ver el partido de esta noche?”

Eso sí; vale aclarar que fue la penúltima vez que tuvo un balón en su mano. Y que en vez de una carrera de atleta, se convirtió en abogado. ¿Será para defenderse de un padre que aunque ya no puede jugar baloncesto, todavía le quedan fuerzas para seducir/ hostigar a sus niet@s para que se “enfiebren” en el deporte del balón?

Eso estaría por verse.

jueves, 16 de junio de 2011

Súper Papá: "motivador" del deporte del aro y el balón (II)

Cuando algo no te gusta, no te gusta… y punto. Siempre lo he entendido así, especialmente con lo que deben ser “actividades recreativas”. ¿Cómo te va a divertir algo que no te gusta? Todavía más inaceptable –pienso yo- es obligar a un muchachito a pelearse con otros para quitarle un balón y tirarlo en un canasto.

Pude neutralizar el “castigo” de jugar baloncesto hasta que Mi Hijo Favorito de los Mayores cumpliera los 5. Ya para entonces, su Súper Papá había localizado una escuela con el temido “castigo”: clínicas y competencias de baloncesto para bebecitos de 5 años. “¡Horror!”, dijo la Mamá Gallina, “de ésta, el nene no se salva”.

Entonces, le pedí apoyo a mis padres, “los Agüelos de San Germán”, un pueblo de larga tradición de triunfos en el baloncesto con su equipo de “Los Monstruos Anaranjados”. Durante ese verano de “Camp Agüela”, les asigné la tarea de llevarlo a juegos del campeonato nacional, como hacían con nosotros. De paso, que le explicaran las reglas “en vivo”. El “crash course” incluiría los pitidos de mi madre y el vicio de mi padre de llevar un radio portátil para escuchar la narración de su comentarista favorito.

De regreso a casa, tras el verano “Camp Agüela", ya estábamos listos para que Súper Papá lograra su hazaña, pero nos dimos cuenta que todos los esfuerzos fueron en vano.

No le gustó y punto.

*La saga continúa…

martes, 14 de junio de 2011

Súper Pápa: "motivador" del deporte del aro y el balón (I)

Si mi esposo no hubiera tenido hijos varones, con el mismo empeño hubiera instado a sus hijas hembras a jugar baloncesto. ¿Dije “instado” y “con el mismo empeño”? Pues no. La verdad es que los/las hubiera “obligado” de igual manera.

Lo debí haber intuido desde antes de casarnos, cuando por encestar un canasto le cortó la cara a un colega periodista, ¡de un codazo! O cuando un editor me dijo en las gradas que mi esposo “se movía" bien en la cancha, "a pesar de estar gordito”. O cuando nos mudamos a un vecindario de matrimonios jóvenes y él organizó un torneo de baloncesto con 4 equipos de enanos.

Con cada aborto espontaneo que sufrimos, sé que además de la pena de que se nos malograra un bebito, a él se le prolongaba la espera a ser papa/coach de un enan@ que se le pareciera. Con nuestro primer hijo - un hermoso bebé que el Cielo nos tenía guardado en una estrella- revivió su afán de tener un baloncelista “in house”.

Antes de pararse, ya el niño contaba con unos mini tenis y una bola más grande que su cuerpo. Me opuse a los tenis porque entiendo que en nuestro clima los bebitos están más cómodos sin zapatos. Tan pronto el enano se puso de pie… ya no tuve excusas. Eran unos micro Converse negros. Me complació al comprarle un canasto y una bola de juguete, apropiados para infantes.

Me opuse a matricularlo en “clases de baby baloncesto”… primero porque no había; segundo, porque no quería que él se las inventara; y mi mejor argumento: “es más apropiado que por su seguridad, los infantes aprendan a nadar que a fajarse en la cancha, arriesgándolo a que le corten la cara de un codazo”.

¡Un golpe bajo genial! Así soy cuando se atenta contra mi naturaleza de Mamá Gallina.

domingo, 12 de junio de 2011

Soledad Bravo hizo bailar a Mi Hijo Favorito de los Mayores por primera vez (I)

Con mi quinto embarazo, llegó nuestro primer milagro. El pillín se movió por primera vez en un concierto de Soledad Bravo en el Centro de Bellas Artes de Puerto Rico. Cuando lo sentí, le grité al padre de la criatura:
-“¡El bebé se movió por primera vez!
El pobre hombre –al lado mío y sin ser sordo- se emocionó tanto que armamos un revuelo en pleno concierto. Hubo abrazos, llantos y felicitaciones de TODOS los que escucharon mi emocionado alarido. En el primer intermedio la fiesta se formó alrededor de mi barriga. Desconocidos vinieron a tocarme la pipa, como si yo fuera un buda. ¡Hasta aplausos tuvimos!
Soledad Bravo regresa al Centro de Bellas Artes de Caguas el próximo mes y el concierto es el día del cumpleaños de aquél bebito, que ahora cumple 26!
Hoy compramos dos boletos y estoy a punto de llorar de la emoción. Dos boletos porque el que me acompañó en la barriga, va a pasar este cumpleVidas con la novia, que vive en Canadá. Le contaré la historia a la chica porque a ella le encanta nuestra música, la baila y de paso, aprende el idioma... (Esta entrada continuará el 10 de julio…)

Déjala bailar

No es por estar en presencia tuya
Mi querido rapaz
Pero tú estás mal, demasiado mal
Son las diez
Y el baile está caliente
Y sigue llegando la gente
Y tú no la quieres
Dejar bailar

Como quisiera ser adulante
Más tengo que decir,
Que estás de lo peor
Nunca te vi así
Y si vas a seguir deprimido
Con esa cara de marido
Contigo tu negra se va a aburrir


Detrás de un hombre triste
Hay siempre una mujer feliz
Y tras de esa mujer
Hombres gentiles siempre hay mil
Por eso para tu bien
Bórrala de tu cabeza
O conquista de nuevo a esa mujer


No sé si es como para alegrarse
Mi preciado rapaz
Pero nadie aquí
Ya te aguanta más
Son las tres y la fiesta revienta
Deja a esa negra contenta
Deja a esa negra bailar en paz...


jueves, 9 de junio de 2011

Las camisetas de campamento de verano más caras en la historia familiar

Eso me pasó con uno de los campamentos de verano de los chicos.

Tres días después de que comenzara, tuve motín a bordo. Los argumentos del primer día me parecieron interesantes, muy montessorianos, pero cuestionables: “no nos gustan las actitudes de los líderes”, “el campamento no está organizado adecuadamente”, “los otros camperos son unos inmaduros y tontos porque nos dividieron por edad y eso no es justo”.

El segundo día ya fueron más concretos y convincentes: “los baños huelen mal”, “el almuerzo era asqueroso, no sabe como tu comidita”, “los niños se pelean mucho y no podemos estar cerca para protegernos”.

¿El tercer día? No hubo tercer día porque se negaron a levantarse… y fueron muy convincentes: “es lo peor que nos ha pasado en la vida”, “es peligroso”, “no es seguro”, “los salvavidas de la piscina no saben nadar”.

-“¿Qué queeee? No mi’jitos. Si es así, hoy trabajo desde casa en lo que busco un Plan B porque todavía este mes no era para “Camp Abuela”, y no creo que ella pueda…”

Los listines ya lo tenían todo planificado, incluido el argumento final: “¡podemos usar las camisetas del campamento en la finca con los abuelos!”. Y así fue como las 10 camisetas del campamento de ese verano me costaron el precio total de la matrícula de ambos chicos.

lunes, 6 de junio de 2011

Un verano en Nueva York…

Con el proyecto académico/ laboral más importante de su vida -so far- Mi Hijo Favorito de los Menores se acaba de estrenar en el “Internship Mode” en un banco en Nueva York. Ya me advirtió que las horas de trabajo serán intensas y largas. Nos anticipó que no va a poder llamarnos con la frecuencia que hasta ahora acostumbraba.

Según me dijo, sus horas de trabajo oficialmente corren de 7:00 a 10:00 de la noche, pero se puede ir a las 4:00 de la madrugada de vez en vez. En esos casos le proveen transportación a la casa, y le pagan la cena. Como Mamá Gallina que soy, espero que la transportación no sea en una motora, y la cena no sea un hot dog. ¡Mi pobre muchachito! ¡Mi bebito lindo!

Espero que Mi Hijo Favorito de los Menores se tome un ratito para disfrutar de Un Verano en Nueva York… aunque haya olvidado su trompeta en casa.