Se atreven a seguir mis locos desmadres...

domingo, 27 de junio de 2010

“Here comes the sun”; canción de cuna de los Beatles

El mismo sol, sin cansarse. La misma canción podrá disfrutarse en diferentes versiones, tiempos y estilos. La misma tonada y letra le seguirá gustando a ésta mamisonga que la cantaba a boca de jarro en los happy hippie days… y después con dulzura (a los casi 30) como canción de cuna a su Hijo Favorito de los Mayores; y luego repetía mientras amamantaba a su Hijo Favorito de los Menores.

Hoy día la cantante que se especializa en alterar la letra de las canciones no entiende cómo hacía para amamantar a un bebé alternando el ala para abrigar al grandecito y seguir cantando la misma canción de cuna que siempre le garantizó a los chiquilines amaneceres a fuerza de besitos.

***Vale destacar que el enano más enano creció fascinado con los ingleses pelús.

“Here comes the sun … mi amorcito… here comes the su-un… mi amorcito… y siempre serás mi bebé… Sun, sun, sun here he comes!. Sun, sun, here he comes!"

“Here comes the sun” (The Beatles)

Here comes the sun, here comes the sun,
and I say it's all right

Little darling, it's been a long cold lonely winter
Little darling, it feels like years since it's been here
Here comes the sun, here comes the sun
and I say it's all right

Little darling, the smiles returning to the faces
Little darling, it seems like years since it's been here
Here comes the sun, here comes the sun
and I say it's all right

Sun, sun, sun, here it comes...
Sun, sun, sun, here it comes...
Sun, sun, sun, here it comes...
Sun, sun, sun, here it comes...
Sun, sun, sun, here it comes...

Little darling, I feel that ice is slowly melting
Little darling, it seems like years since it's been clear
Here comes the sun, here comes the sun,
and I say it's all right
It's all right

(Foto x Cass, del amanecer del 30 de noviembre de 2009, en Fajardo, cuando ambos bebitos eran universitarios)



viernes, 25 de junio de 2010

“Todo bien?” “Estas bien?” (II)

Texteo a mis hijos cuando están fuera de casa a altas horas de la noche -o tempranas de la madrugada- para no interrumpirlos, en caso que estén: teniendo sexo o haciendo el amor (que no es lo mismo, pero se parece); en alguna “reunión” en una barra; bailando salsa, u “otras posibilidades… (que espero sean legales y no de alto riesgo). Y así se los digo.

- “Ay, Máma! ¡No seas boba! Te Amo. Me gusta que me llames”, dice Mi Hijo Favorito de los Mayores.

- “¿En serio? ¿No se burlan tus amigos?”, pregunto arriesgándome a la contestación que no quisiera escuchar.

-“Ya quisieran ellos. De todas formas, yo salgo a contestarte”, dice en tono diplomático que significa que para que nadie sepa que es su madre, el se escondería para hablarme…

- “¿Y si te interrumpo sexeando?”

- “Te texteo después”.

- “Ejem… ¡entendido! Pero prefiero textearte, mi’jito”, le digo. Para eso le regalé el iPhone...

(Foto, de la Web; yo no tengo iPhone, ni voy a retratar al del muchachito)

“Todo bien?” “Estas bien?”

“Todo bien?” “Estas bien?” Cualquiera de las preguntas con esas únicas dos palabras -sin acentos y con ese único signo de interrogación al final- es lo único que le texteo a mis únicos dos hijos favoritos de mi única alma cuando dan las 4:00 de la madrugada y no sé de ellos. En esos momentos, mientras el único padre de las criaturas ronca (yo también ronco… a veces), mi único corazón casi revienta de la ansiedad.

Es que hijos pequeños… problemas pequeños; hijos grandes… grandes preocupaciones. Y hablando en blanco y negro, ya sabemos a lo que me refiero.

No me imagino cómo hubiera sido mi vida antes de la época de los celulares y de la posibilidad de dormir con uno de esos aparatitos en la mesita de noche. No me imagino sin poderles preguntar si están bien en las horas en las que transitan por las carreteras borrachos y locos; al igual que “medio dormidos” que conducen hacia –o desde- sus trabajos.

“Sip”. “Todo bien”. “Voy de camino”. “: )”

Cualquiera de las contestaciones me tranquiliza… ¡un poco! Hasta que no escucho el motor del carro apagarse, el chillido de la puerta que nunca se aceitará y el cantazo que le dan para cerrarla; no me baja el nivel de estrés. Después tengo que escuchar el chirrido de la señal que avisa que alguien abrió la puerta de la casa. Entonces, espero un poco. Tengo que escuchar los pasos que marcan los escalones de madera; que se abra la puerta de mi habitación y que me regalen el beso que me merezco. Siempre me dan más de uno, y me aprietan sin temor a que yo distinga la cerveza, ron o whiskey en su aliento.
Yo me incorporo y le pregunto “ ¿Cómo te fue? ¿Cómo lo pasaste? Ellos me contestan en cortito y yo les advierto: “Ok, mi amor. Esos son los titulares. Me das el cuerpo de la noticia mañana” .
Bordean la cama, besan a su padre. Y regresan, me besan y me aprietan. Entonces, ya sí descanso. Entonces, ya estoy segura de que todo está bien.

(Foto, de la Web. A esas horas estoy dormida)

miércoles, 23 de junio de 2010

Actor y Cura; Cura y Actor; un cura actor, o un actor representando a un cura

De seguro que fue un “merge” entre la pasión de sus padres por el cine, la literatura y la historia; y la extraordinaria devoción cristiana de su abuela extra súper dúper católica apostólica romana. El caso es que uno de los delirios vocacionales del enano más enano, o sea, Mi Hijo Favorito de los Menores, llegó en simultáneo, como si dos vocecitas le hubieran dictado su vocación en estéreo “mode”.

“El llamado” surgió, entre los 5 a 8 años del muchachito. No puedo ubicarlo con exactitud porque un Intruso que todavía me habita desautorizado nos ha descalendarizado algunos eventos.

El hecho es que cuando Mi Hijo Favorito de los Menores estaba con abuela Isabel, quería ser cura. Visitaba al Padre Humberto (que no es su padre) y regresaba casa hablando de su vocación religiosa. Pero ya en casa, tan pronto veía el “The End” o el “Fin” de cualquier “pelípula” -antes de que bajaran los créditos- aseguraba que quería ser Raúl Juliá, uno de nuestros más admirados actores puertorriqueños. Habíamos ido a ver a Juliá a Broadway cuando hizo de Guido en Nine mucho antes de que el enano más enano bajara de la estrellita y se acomodara en mi barriga.

Los chicos habían escuchado nuestras anécdotas del Juliá de The Adams Family y me veían la cara de “quiero bailar tango con Raúl” en la brillante escena de una de las dos peli de la serie. Así que no era sorpresa que el muchachito se ilusionara con ser como el Raúl con quien su madre soñara bailar un tango mientras mordía el tallo de una rosa (guácala, qué nauseas; ouch… las espinas…).

Raúl Juliá personificó al magnífico Monseñor Oscar Romero y ahí el enano más enano vio enlazadas sus dos pasiones: la de ser cura y la de ser actor. “Oye, Mama, pero que no me maten”, llegó a decir. El tiempo le mató las dos vocaciones temporeras; pero nunca el respeto y admiración por Julia, ni su respeto y admiración por Romero.

Tanto es así, que entre los 16 y 17 años -mientras estudiaba en la misma escuela de la que se graduó Raúl- personificó a Romero durante su última homilía. Durante las finales de ese concurso de oratoria, mi enano arrancó apasionados aplausos y "bravos", y –por supuesto- lágrimas de emoción de su madre. Fue uno de los favoritos de la audiencia, aunque no ganó el primer lugar. Para mí… (ahora la frase clichosa) “los árbitros del juego estaban vendidos…”; digo, “los jueces del concurso eran unos cabrones” porque… (ahora sí viene la frase clichosa) “Mi Hijo Favorito de los Menores, fue el mejor del concurso y el Primer Premio de mi corazón”.

Y colorín, colorado… todavía hay más cambios en la vocación del enano más enano: Mi Hijo Favorito de los Menores. No cambien de canal.

(Foto, de la Web)

martes, 22 de junio de 2010

¡Vacaciones de verano en Camp Abuela! II

Cada niño es un mundo, dicen por ahí. Yo digo que cada uno parece llegar de galaxias distintas y que las mismas experiencias, en los mismos escenarios, con los mismos personajes, rinden distintos frutos. En el caso de Mi Hijo Favorito de los Menores, que también fue el Nieto Favorito de los Menores, las Visitas de Vacaciones de Verano (VVV) en Camp Abuela provocaron un cambio en su meta vocacional. En vez de basurero, quiso ser “Vaquero de Vacas (VV) montando caballos".

Nada de pistolas ni estrellas de lata en el pecho que lo identificaran como Sheriff. ¿Botas? Sí. ¿Sombrero? Sí. ¿Mahones (jeans)? Sí. Pañuelo amarado al cuello? Sí. ¿Chaleco sobre camisa de mangas largas? Siempre que hubiera uno limpio, pero igual podía ser un mameluco. ¿Vaqueta con pistolas? ¡Nunca! “¡Ech que yo choy baquedo de bacach con un cababayo!" Por eso no podía faltar una soga (cuerda) relativamente parecida a la de enlazar toros salvajes… aunque el más enano de los enanos quisiera ser vaquero de vacas.

En un país tropical, donde no hay botas de vaquero ni para disfraces de Halloween, no fue fácil “respetar” la nueva vocación del enano más enano…. que a la sazón, se había convertido en el hermano menor mas jodón del mundo.

¡Ahhhh! Pero Little did we knew… la cosa fue empeorando con el tiempo, y los cambios de vocación causando más situaciones difíciles. Después, el Nieto Favorito de los Menores siguió siendo “el prieto sala’ito de aguela”… aunque dejara de correrle detrás a las vacas.

Y colorín, colorado… a estas notas le faltan muchos capítulos de los próximos cambios en vocación del enano mas enano…

¡Vacaciones de verano en "Camp Abuela"! I

Para niños citadinos, nada más exótico que los cuentos de cuando Máma se criaba en el campo; las aventuras con los animales de la finca; las expediciones al río con sus cinco hermanos; los juegos a esconder en los cafetales; los aterradores fuegos en los cañaverales; los cuentos de tipos fugitivos y de las siembras....

Entonces, cuando nuestros hijos tenían la oportunidad de ir “al campo”, la experiencia era particular según la personalidad. A Mi Hijo Favorito de los Mayores, que también fue El Nieto Favorito de los Mayores le gustó y lo disfrutó hasta el momento en que extrañó el Internet. No tuvo dificultades en acaparar el único televisor de las casa de los abuelos para convertirlo en pantalla de juegos electrónicos que mis viejos jamás entendieron. Demás está decir que se le permitía todo.

A eso le debo que mi padre se diera cuenta que el enano mayor no veía bien. “Creo que el nene necesita espejuelos”, me dijo Papi en tono de regaño. ¿Cómo era posible que el abuelo se diera cuenta y yo, su madre, no? Mami también me lanzó miradas de “Mala Madre”.

Nada, que tan pronto regresaron a la ciudad, lo llevé al oftalmólogo. El chico resultó tener un grado de astigmatismo mayor que el mío. Esos primeros espejuelos fueron la espada que me atravesó a el corazón. Recuerdo que mientras se medía monturas, le dije que los espejuelos pasaban a formar parte de su cuerpo y que los debía cuidar y usar siempre.

- “Entonces, ¿eso significa que antes me faltaba un pedazo de cuerpo?”, preguntó mi muchacho como estocada final.

-“Bueno, Mi Amor, antes no lo sabíamos”.

Mi sentido de culpabilidad fue tan fuerte, que todavía lo siento. Gracias Papi, por darte cuenta; por lo que hiciste y por lo que todavía haces. Gracias Mami, por lo que hiciste y por lo que sigues haciendo cuando pellizcas nuestras consciencias, aunque ya no estés presente. Quisiera que fueramos tan buenos abuelos como ustedes. Claro, de los nietos de mi esposo...

Ustedes... niet@s de mi esposo, sepan que vienen de una familia materna de "cascos vola'os", de mujeres de genio fuerte, pero de mucho amor. Valórenlo, que está en peligro de extinción. Espero que conozcan a su bisabuelo materno. Yo, -esté, o no... l@s conozca, o no- ya l@s amo intensamente.

(Foto del álbum familiar, x Cass. Mi Hijo Favorito de los Mayores con su tercer par de espejuelos... los primeros me dolieron mucho)

lunes, 21 de junio de 2010

Diálogos breves (entre besos y abrazos) durante el día mas largo del año*

-Mamá, ¿por qué te quiero tanto?

-Porque no tienes remedio.

##

-Mamá, ¿por qué eres tan linda?

-Para no tener hijos feos.

##

-Mamá, eres la más buena del mundo.

-Es verdad. ¿Qué me vas a pedir?

##

-Mamá, ¡eres tan inteligente!

-Para que saques buenas notas.

##

-Mamá, ¿tú me quieres?

-No. Yo te amo. Infinitamente.

##

-Mamá, ¿me das un beso?

-¿Qué vas a comprar con un peso?

##

-¡Bendición Mamita!

-Dios y la Virgencita te bendicen, mi’jito. ¡Pórtate bien!

##

*Yo también me siento bendecida de tener dos tesoros amorosos, guapos, inteligentes y buenos. ¡Que viva el Solsticio de Verano (para que me digan la mayor cantidad de cosas bonitas) mientras nos inundan las lluvias de las ondas tropicales!

(Fotos... hoy no hay)

A deMadre se le desmadró el calendario

Esto de los relojes y calendarios de los blogs me está irritando. Ayer, Día de los Padres, le hice 2 regalos a mi esposo en esta casita. Afortunadamente los vió ayer mismo porque hoy lunes me fijo que el segundo regalo salió con fecha tardía.

Espero que cuando ustedes -l@s niet@s de mi esposo- vean este anecdotario que les paso, no crean que hice un día tarde el segundo regalo del Día de los Padres… el que le dedico a su abuelo por ser el maravilloso padre de Mi Hijo Favorito de los Menores...

Senorit@s, para corroborar, le pueden preguntar a su abuelo, que vio los dos posts ayer… y a mi Hijo Favorito de los Mayores, que me vio husmeando fotos familiares publicables. En ese momento descubrió mis desmadres… y la personalidad oculta de una madre bloguera.

Descubrió éste anectorario para ustedes. Es mi pequeño obsequio para que sepan intimidades de sus padres; las historias que yo les haría si todavía estoy para ese momento. Las historias que habré olvidado en caso de un Alztheimer, o las que les hubiera repetido una y mil veces por culpa del mismo alemán.

Por eso, aquí no habrá espacio para contadores (counters) de nada… solamente habrá espacio para cuentos (stories)... porque ninguno de Mis Hijos Favoritos, es más favorito que el otro. Además, no hacen falta porque mi reloj y calendario están en orden (por ahora).


“No teno bigote. Soy igualito a mamá”

“¡Ave María, si salió caga’ito a tu marido!” Esas fueron las primeras palabras de “El Titán” -mi ginecólogo- cuando sacó a Mi Hijo Favorito de los Menores de la casita temporera que le dí durante sus nueve primeros meses de existencia.

Nació con el pelo negrísimo, fino y tipo “punk”. Con las caderas fuera de sitio, un reflujo que le provocaba los más espantosos vómitos tipo proyectil, y una actitud de siete pares de cojones que requería de cuidados especiales. Y cuidados especiales tuvo. Su padre le habilitó el Moisés, y luego la cuna para que se mantuviera elevado. De día, yo lo cargaba en una especie de mochila que en aquella época se llamaba Kangoroo. Tan pronto pesó 18 libras, el bolso de canguro le tocó al padre. Y limpiar las vomiteras también.

Mientras más crecía el muchachito, más se parecía a su padre: pelo y ojos negrísimos, nariz y labios… igualitos. Era un clon en el que se repetían la forma de la cabeza grandota, la piel acanelada, espalda ancha y poco después se replicaba la forma de caminar y los gestos.

Cuando tuvo uso de razón prematuro descubrió que su padre se inflaba de orgullo cuando la gente se admiraban del parecido de ambos. Travieso desde chiquilín, se percató que causaba risas cuando insistía en que se parecía a Mamá. “¿Y ese pelo tan negro?”, “Como el de Mamá.” “¿Y los ojos tan negros?” “Como los de Mamá.” “ ¿Y esa piel tostadita?”, “Como la de Mamá.” Y por si las dudas que cabello claro, ojos verdes y piel blanca de Mama lo hacían menos hijo mío, se me pegaba del regazo e insistía ya furioso, “No teno bigote. Soy igualito a mamá”.

Superada la condición de las caderas, el muchachito resultó ser tan atlético como el padre. Víctima de las amenazas del niño que rechazaba su genética, el padre de la criatura que insistía en parecerse a su mamá, se vio forzado a hacer de coach del equipo de baloncesto. “Si no eres el coach, no juego”, le dijo con descaro y obvio chantajeo. Jugador y dirigente eran como dos gotas de agua, uno en grande y otro en chiquito. Al ganar el campeonato, le grabaron el nombre del niño al trofeo del padre.

Deportista y súper activo como el padre, era de los niños que juegan y sudan, de los que corren y se ensucian. Baloncesto, bici, pisa y campo… igual que el padre. Llegó en momento en el que Súper Papa dejó de hacerle caso al asunto del parecido a la madre. Sólo entonces el Segundogénito dejó de molestarlo. Al fin de cuentas, ¿quién lo llevaba a los Boys Scouts los viernes en la noche mientras otros padres estaban de Viernes Social? ¿Quién lo apoyó cuando se emperró en tocar charango, y luego trompeta? Súper Papá. ¿Quién le permitió tomar la licencia de conductor más temprano que el hermano mayor? ¿Quién lo instó a trabajar antes de tener edad reglamentaria?

En escuela superior, cuando las hormonas gritaron que ya era más que obvio el parecido con Súper Papá, se acurrucaba en mi regazo -y picarón- guiñaba el ojo y decía que se parecía a Súper Papá, pero que para no herirme seguiría diciendo que era a mí.

Ahora quiere tener bigote y barba… que todavía no asoman. Quizás se parece a Mamá…

¡Feliz Día de los Padres mi amor!

*Publicó en duplicado por razones especiales en A Cualquiera le Sucede, blog hermano; los comentarios particulares quedan en cada uno.

(Foto, x Cass, del álbum familiar)

domingo, 20 de junio de 2010

El Mejor Padre que te pude escoger*

La verdad es que mi Hijo Favorito de los Mayores no se parece a su padre; y que no por eso mi esposo es feo. El “problema del papá" continuó a través de toda la primaria, cuando lo molestaban por el apellido. El lío era que su padre tiene un apellido de solamente tres letras. Eso le costó que lo fastidiaran y le pusieran sobrenombres.

Sin embargo, el tipo del “feo” del apellido de tres letras de quien él no se parecía, lo llevaba al baloncesto, jugaba a los piratas en la cama, lo subía y le daba vueltas; y siempre estuvo pendiente de todos los intereses, detalles y gustos de su Primogénito.

Sus cumpleaños siempre fueron fiestas nacionales. Era su Padre quien lo llevaba a jugar golfito, a la bolera y a correr bici en el paseo tablado que bordea la playa. En otro de los cumpleaños, cada espacio de la casa se convirtió en un festival de Monopolio y su padre estuvo pendiente de todos los detalles. En otro, casi una decena de casetas de campaña ocuparon el patio. ¿Y quién se encargó de que no se martillaran los dedos? El del apellido de las tres letras: Súper Papi.

Ya nadie se burlaba del apellido de tres letras ni de que el Primogénito no se pareciera a su padre.

Una noche de esas en las que los muchachos empiezan las salidas nocturnas y las restricciones de las 12 de la medianoche (que siempre se pueden extender un poco más), recibimos una llamada del Primogénito: estaban en el carro de un amigo, y por la falta de experiencia, dejaron las luces encendidas mientras iban al cine. El amigo no se atrevió a llamar a su represivo padre, y le pidieron a nuestro hijo que llamara a Súper Papi, a sabiendas de que los socorrería sin peleas.

Yo me escandalicé como gallina alborotosa y lloré rogándole a mi esposo que fuera a socorrerlos. Su táctica fue otra. “Para que aprendieran”, les dio las instrucciones paso a paso para que cargaran la batería con los cables de no sé qué e hicieran no sé cuánto. Los chicos salieron del aprieto gracias a Súper Papa. Y así ha sido unas cuantas veces más. Todavía hoy, Súper Papi ayuda al aspirante a abogado a hacerse corbatas y a “bregar con el carro”.

Son tantas las historias, que continuaran como novelas de entrega. Y nunca le he tenido que repetir al muchachote lo que le dije en Kinder: "Tu papá es el Mejor Padre que te pude escoger".

¡Feliz Día de los Padres, mi amor!

*Publicó en duplicado por razones especiales en A Cualquiera le Sucede, blog hermano; los comentarios particulares quedan en cada uno.

(Foto, del album familiar)

Niño precoz con Mónica, Erica, Rita, Tina, Sandra, Mary, Jessica…

Que recuerde, en esa época no había canales videomusicales. Tampoco recuerdo las circunstancias en las que lo escuchó por primera vez, ni quién fue el/la imprudente/complaciente que se lo compró. Lo que sí recuerdo es haber sido víctima del Mambo #5 de Lou Vega.

¿El victimario? Mi Hijo Favorito de los Menores. Juro que cómo pasó. Sólo que aquél cassette post 8 Track era un must en el auto no importaba la distancia a recorrer… pero también en la casa, en el cassette player portátil propio y en los ajenos. Llegó el momento en que nos sabíamos de memoria las mujeres que habían pasado por la vida de Lou Vega. Recuerdo también que hasta yo llegué a bailar el Mambo #5 en la cocina mientras lo cantaba de memoria. Mi esposo la tarareó en la ducha. E incluso sorprendí a Mi Hijo Favorito de los Mayores cantándola mientras buscaba las piezas de Lego "perdidas".

Hoy –Domingo de Música- le voy a enviar el url del #5 por correo electrónico para que busque en el disco duro de su memoria, a ver si se da cuenta de dónde le llegó su la pasión por la trompeta… por el baile… y por las chicas. Estoy segura que lo va a tararear todo el día por los pasillos de la universidad gringa donde pocos bailan mambo, pero todos entienden la letra de la canción.

(Foto, del Web)


viernes, 18 de junio de 2010

No hay que exorcizar a mi hijito... tan lindo angelito

¿Dije ya que a Mi Hijo Favorito de los Menores le gustaba sorprender/asustar? ¿Dije ya que una de las primera oraciones que aprendió fue “te voy a matar”? Lo que estoy segura de no haber mencionado es la triste realidad de la falta de apoyo familiar de una pareja recién casada y recién estrenada como padres, lejos de los suyos. Eso nos pasó a Mi Pariente Más Cercano y a mí.

Por lo regular llevábamos a los niños a todas partes. Si el momento coincidía con hambrecita de teta, la teta alimentaba, no importa que fuera en una plaza o en el cine. Aún de bebitos viajaron del Caribe a Florida y de Florida a Nueva York, y de allá a Montreal y Quebec. Ya más grandecitos, se hacía difícil levarlos a la bolera, a algunas fiestas y a festivales de cine. Entonces: ¡babysitter al rescate!

Pero no todo fue miel sobre hojuelas. Ellos tenían sus cuidadoras “fagoritaz” y el más exigente era el más enano de los enanos. Algunas babysitters no regresaban por razones lógicas (aunque fueran “excusas baratas”): que si tenían exámenes, que si salían con el novio, que si tenían un resfriado…) otras eran más creativas (que si se casaban, viajaban y tenían que ir de compras... por la noche).

Referida tras referencias, apareció una alternativa que no se iba a casar ni tendría exámenes: una señorita mayor cuya única salida era al servicio religioso un día a la semana. Hicimos planes para que nos cuidara los nenes una noche de Festival de Cine y aprovechamos para ver tres películas seguidas. Había que aprovecharla.

Y, ¡qué bueno que lo hicimos! A nuestra llegada, la señorita me preguntó si el enano más enano estaba bautizado. Yo la miré a los ojos y le contesté en la afirmativa. Seguro que el niño, que dormía como un angelito, le advirtió con mirada aterradora su frase favorita: “te voy a matar”. No lo tengo que jurar: ni ella volvió, ni nosotros volvimos a ver tres películas seguidas.

(Foto, de la Web)

miércoles, 16 de junio de 2010

Ni boxeador, ni soldado, ni…

¿Madre Castrante? Pues sí, pero no para evitarle a mis hijos que persigan su sueño. Solo para evitarles pesadillas. En primer año de universidad, Mi Hijo Favorito de los Mayores pareció tener una crisis de vocación. Le gustaba la ciencia, y quería estudiar ciencias. Ingresó al Departamento de Ciencias Naturales (CiNa). Hasta ahí todo va en la línea de “causa y efecto”.

Durante el primer día de clases de la primera clase de su primer año, esa primera profesora de la primera clase -que resultó ser Química- hizo lo que muchos acostumbran: el jueguito de “who’s who “, “por qué estás en mi clase”, “cuáles son tus aspiraciones en la vida”… whatever… Fue uno a uno, fila abajo, fila arriba, para que cada quien contestara. Muchos enfatizaron en los apellidos rimbombantes, las escuelas privadas de procedencia y -para impresionar aún mas- esas aspiraciones específicas y ambiciosas que tenían: ser médicos, farmacéuticos, investigadores… hasta un “cirujano de manos” asomó sueños.

Cuando le tocó el turno, el hijo de mis entrañas aque nació por cesárea, dijo: “yo quiero estudiar ciencias naturales, y quiero ser abogado”. No detalló las reacciones, pero estoy segura que todas las cabezas se voltearon hacia él, que como está acostumbrado a que le escuchemos con atención cualquier cosa que dice, ni se inmutó. Semanas después, me confesó que su expresión causó tal revuelo en CiNa, que lo llamaron a la oficina de la consejera vocacional.

-“Dígame joven, ¿sus padres lo están presionando para que estudie biología, o para que estudie derecho?”, le dijo.

-“Ninguna de los dos. Mis padres no me presionan para que estudie ninguna carrera”, me imagino que le habrá contestado.

-“¿Entonces? ¿Cómo es eso de estudiar en el Departamento de Ciencias Naturales si quiere ser abogado? Le podemos hacer una prueba para determinar sus aptitudes vocacionales", amenazó la joven mujer. Estoy segura que no sabía manejar la situación por falta de experiencia... sin menosprecio a los novatos.

Mi hijo me confesó que no pudo controlar la risa, y que cuando “la profesional en la adivinación de las carreras perfectas para cada quien” lo miró “estrujado”… más o menos le dijo que nosotros lo apoyábamos en lo que seleccionara, siempre y cuando se comprometiera a hacerlo con pasión.

-“Mis padres me apoyan en todo. Pero mi madre… eh… ella sí que me presiona. No me dejaría ser boxeador, soldado, piloto, paracaidista ni policía”.

Yo le hubiera añadido: “¡ni consejero vocacional!”

(Foto, de la Web; en casa nunca hemos tenido ese tipo de guantes)

martes, 15 de junio de 2010

"Te vendo tu juguete"

Todavía no hemos determinado si se trataba de la tolerancia de Gandhi, o del “no me importa, con tal que me deje quieto” de muchos de los hermanos mayores. Pero las injusticias que vimos durante la etapa preprimaria de Mi Hijo Favorito de los Mayores y el periodo de infante de Mi Hijo Favorito de los Menores fue de antología.

El mayor se ensimismaba en actividades individuales y no le hacía mucha caso al incordio hermanito que tanto añoró.

Para llamar su atención, el enano más enano penetraba el cuarto de su fraterno mayor con gran sigilo y se apropiaba de tesoros, como por ejemplo algunos miembros de la colección de dálmatas plásticos. Pero igual podía ser alguna de las serpientes o moscas gigantes de plástico que “adornaban” la mesita de noche para provocarle el pánico a la chica de la limpieza. Sí, a esa misma, la que nunca limpió.

-“¡Mamá, mira lo que hace el nene!”, decía el mayor mientras anticipábamos la Guerra de Las Naciones.

-“Zi lo quiedez, te lo bendo. No te pleocupez. No ze lo bendo a nadie maz”, decía el chiquito con carita del gato de Shreck mucho sntes de que saliera la “pelípula”.

El pequeño manipulador siempre se salía con la suya. Por ser el más chiquito y el actor de la familia, lograba venderle a su hermano sus propios juguetes.

-Mamá, para que no chave, yo le doy par de chavitos y me deja quieto. Y así continuó desarrollando la carrera de empresario Mi Hijo Favorito de los Menores. (La historia del afán empresarial de Mi Hijo Favorito de los Menores... continúa).

(Foto, del Web... no se sabe si los juguetes desaparecieron en e-Bay)

domingo, 13 de junio de 2010

Te lo vendo en “chinco pechoz”

Dicen que los niños vienen programados con un chip. Yo compro la teoría. También dicen que “el que lo hereda no lo hurta”. Cierto. En mi Reino Hogareño, el Padre de las Criaturas está ligado al mundo de los negocios y las ventas. Y yo, no le podría vender ni una Coca-Cola helada a un turista perdido en el Sahara. ¡Se la regalaría!

De manera que es un hecho el que Mi Hijo Favorito de los Menores tenga el gen de vendedor de su padre.

Rondando los 3 años, cuando ese enano aprendió a hablar, también aprendió a contar… a su conveniencia. Los Reyes Magos le habían traído un Jeep rojo, de batería, con el que paseaba dentro de la casa. Sin licencia de conductor, era normal escuchar los choques contra muebles y paredes, de manera que de vez en cuando, la batería “se agotaba” por obra y gracia de unos cables que se despegaban.

Esos días, al dueño del vehículo le salió la vena comercial:

- “Agüelo, te lo vendo en chinco pechoz”.

Sin embargo, tan pronto Súper Papá -el mecánico- conectó los cables de la batería, se cayó la venta a sobreprecio de un vehículo inservible.

- “Ahora chirve. Ná. Ya na lo vendo ná ”.

(Foto de la Web. Aquél Jeep pasó a mejor vida... sin que se pudiera vender)

viernes, 11 de junio de 2010

No pises los microbios, que se me mueren

Montessori es un gran método de enseñanza. Hasta yo aprendí de María Montessori. Pero entiendo que a la italiana se le pasa la mano. Cuando mi Hijo Favorito de los Mayores empezó su segundo semestre montessoriano, se abarcó el tema de los microbios. Y cuando se toca un tema, se aplica en lenguaje (disertan y escriben sobre microbios); en la ciencia (se explica lo que son los microbios en el contexto científico); en ciencias sociales (se toca el tema de cómo los microbios interactúan con sus parientes microbios; en los segundos idiomas (que en inglés son microbes); y, en matemáticas (¡donde se cuentan microbios!).
O sea, que comen microbios día y noche hasta que le llegan a gustar. Entonces, ¿qué puede ocurrir? ¡Lo natural! Que el niño de tres años y medio se encariñe tanto con los microbios que los convierta en sus amigos y los quiera proteger.
En ese contexto explico que después de un buen chubasco, cruzando la calle frente a un grupo de personas que me conocían, se escuchó la voz de un enano que chilló: “Mamá, no pises los microbios que se me mueren”.
Sentí las miradas que me gritaban:
-“Esa loca es una cochina que no le lava las manos al pobre niño y para colmo le dice que es bueno andar de amigo de los microbios. ¡Mala Madre!”.

(Ilustración de la web. Nunca he visto un microbio)

miércoles, 2 de junio de 2010

“Quiedo scher Bazurelo”

- “¿Qué quieres ser cuando seas grande?”

- “Bazurelo”.

- ¿Basurero?

- “Chí, bazurelo”

Mi Hijo Favorito de los Menores siempre ha tenido la capacidad de asombrar y asustar a las personas. Y encontró otro mecanismo al dar a conocer su futuro profesional.

El padre de la criatura se escandalizó. Yo, la verdad es que esperaba que dijera conductor de camiones de basura, o algo así. Eso, porque todos los lunes antes de que amaneciera, el muchachito corría a una esquina del ventanal que da al frente de la casa tan pronto escuchaba que el camión de la basura se acercaba. Lo miraba embelesado y replicaba el sonido del cilindro que revuelve pestilencias:

-“¡Brum…Brrrrummm… Bbbbbbrrrrrrrrrruuuuuuummmmm!”

Los Reyes Magos lo supieron y le regalaron un enorme camión de basura plástico. No era de metal, ni alborotoso como los Tonka. Tampoco era Playmobil, por razones obvias (piezas demasiado chiquitas y precio extraordinamente alto). Aquél camión era apto para sus manitas regordetas. No hacía el escándalo del verdadero camión de basura. De todas formas, él quería ser recolector de basura.

- Pues mi amor, si quieres ser basurero, tienes que ser un gran basurero porque las cosas se hacen bien, o no se hacen”.

El padre de la criatura se volvió a escandalizar. Que yo no debía promover “cosas así”; que si yo estaba loca; que si estábamos gastando una fortuna en la educación de Montessori del mayor y al chiquito le promovíamos “eso” de ser basurero.

En resumidas cuentas, la ilusión de ser basurero le duró hasta que quiso ser vaquero. Pero estoy segura que nunca se le olvidó. Mientras estaba en escuela superior, trabajó de mesero y buscó la forma de hacer un negocio con su jefe para disponer de la grasa usada del restaurante. A través de una firma de reciclaje y logró un puesto para representarlos en todos los restaurantes del sector. ¡Bendita basura! También recolectaba latas y plásticos.

En septiembre se cumplen 3 años de su ingreso a la universidad. Desde la Facultad de Administración de Empresas, ha visto la disposición de basura y el reciclaje como una industria lucrativa y de mucho futuro. Yo, como siempre, lo exhortaré a que trabaje para ser un excelente basurero del que todos estemos orgullosos.

(Foto, de la Web)